domingo, 30 de diciembre de 2012

Recuerdos

Vladimir Volegov
Hay momentos en los que te asaltan los recuerdos. Son instantes dulces, en los que se regresa a un lugar lejano en el tiempo o en el espacio, o se revive algún episodio del que forma parte algún ser querido. Son vívidos bucles del pasado, recreado hasta en sus más mínimos detalles y sensaciones. Ilustran la frase de que nadie muere en realidad mientras aún viva en la memoria de otro. Sorprenden por su carácter fortuito y su intensidad. Se acompañan de la emoción de refrescar aquella vivencia, de recuperar el contacto perdido. Son siempre demasiado breves y dejan tras de sí un poso de nostalgia.

Al escribir se traen al presente multitud de esos maravillosos recuerdos, y en ocasiones estos dan la entrada a una riada de memorias que arrastran a otras que, de otro modo, puede que hubiesen permanecido atesoradas en  algún rincón de la mente, sin ver la luz en ese momento o que incluso no llegasen nunca a reaparecer. Resulta reconfortante y se podría caer en la tentación de vivir en el pasado. En realidad sucede lo contrario. El presente se mira con otros ojos, se presta atención a los detalles, se guardan, y hasta se apuntan mentalmente. Se intenta captar la esencia de cada cosa, lo verdaderamente importante. Luego todo se estudia, se procesa y se analiza dentro de cada persona y cada contexto. El tiempo es efímero pero la memoria no. Atesorar los instantes más conmovedores produce una extraña y alegre felicidad.

Al atrapar de nuevo una memoria entrañable, se agarra para no volverla a soltar. Cualquier distracción puede provocar que ese momento se esfume y se pierda de nuevo entre los remolinos de la mente. En ocasiones esto sucede de manera inconsciente, pero ese frágil recuerdo que ha surgido en un determinado momento, queda en la superficie y reaparece de forma inesperada. En esta segunda aparición se aferra con uñas y dientes, se graba en tinta y se comparte. Esas historias memorables se completarán con la visión de otros y pasarán a formar parte indivisible de la intimidad de la familia.

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