sábado, 31 de diciembre de 2011

Sabios consejos de "Lucky y el Gris"

Esta es la respuesta de mis tíos a mi felicitación por su 40 aniversario. Es tan bonita que se merecía un lugar especial y, leer sus consejos para empezar con ellos el nuevo año, me parece el más adecuado. 

"Cuando leímos la entrada que nos facilitabas, nos quedamos suspendidos en el aire, nos emocionaron tus palabras, son de una ternura y un cariño que te agradecemos, nos proporcionaron una gran satisfacción. No obstante yo no me considero ejemplo de nada y quereros no requiere ningún esfuerzo.

Sobre un sustrato amoroso adecuado y con el que todos empezamos una relación querida, tu tía me ha enseñado a lo largo de nuestra convivencia, tres ideas que nos han servido como una fórmula infalible de felicidad.
La primera desprenderse de cualquier forma de egoísmo en nuestra relación de pareja.
La segunda ponerse siempre en el lugar del otro ante cualquier cuestión.
La tercera depositar la felicidad de uno en la felicidad del otro.
El resultado es mágico.
Como deducirás es vital que el sentimiento sea recíproco para que esto funcione.

Os queremos Grumpy y Dr. House:

Lucky Grijander Yolandina y el Gris

PS: Gracias Maestro por tu comentario, inmerecido." 

domingo, 25 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!

Ayer por la noche tuvimos la cena de Nochebuena en casa de mis padres. Como siempre, la cocina materna fue excelente y, aunque abundante, ningún plato era pesado con lo que se pudo probar un poco de cada cosa y dejarle hueco al postre.

El copioso menú consistió en aperitivos de gambas, langostinos con piña, jamón y lomo ibérico. De primero una crema de marisco, muy suave, con tropezones de rape y gambón. Estaba aún más rica de lo que uno se imagina. El plato fuerte fue solomillo asado, poco hecho como nos gusta a todos, acompañado de patatas con nata gratinadas al horno. La carne era tan tierna que se deshacía en la boca, deliciosa.

El Dr. House y yo nos encargábamos de los postres y de los vinos. Llevamos un Mirto, que me pareció genial, y un Viña Real Reserva que también estaba muy bien, aunque no tanto como el Mirto. Además mi madre había decantado un Marques de Riscal, aunque ese es un vino que, aunque no está mal, aún no le he descubierto el encanto.

Para los postres preparé una tarta Tatin de manzana y compré de acompañamiento nada menos que 2 litros (sobró uno) de yogur helado en Llaollao (es un sitio nuevo que han abierto hace poco en La Vaguada y que es, con diferencia, el que tiene el mejor yogur helado de Madrid, mucho mejor que el de Danone, también en la Vaguada) y del "Ö! my God" de la Plza Santa Bárbara. El de Llaollao es igual al de Pinocchio de Linares que tanto me gusta. Espero que, como afirman, sea semidesnatado y bajo en azúcar porque su descubrimiento puede ser muy peligroso. Además mi madre tenía una tarta de Santiago casera hecha por mi tía, que había comido allí al mediodía y, por supuesto, no podían faltar las tradicionales bandejas de dulces navideños.

Las sobrinas habían preparado exhaustivamente su función de aguinaldo. Claro que hermanísima no debió de comprender en su momento el verdadero propósito del numerito, que no era otro que el de mantenernos entretenidos y lejos de su vista durante las horas y horas de ensayo. Aunque las niñas se prepararon el atrezzo, fue su madre la encargada de elaborarles el variado vestuario. Se pasó la mañana pegada a la maquina de coser y aún le cundió porque hizo un vestido a cada una de sus hijas para la cena, y otro para ella, también les cosió a cada una otro de lentejuelas para la representación y, como le debía de sobrar tiempo, decoró camisetas para alguno de los gags. Los frecuentes cambios de vestuario supusieron algún que otro traspiés en el ritmo del espectáculo, con improvisación incluida, al no estar preparada alguna de las actrices principales cuando debían.

La gala se podría clasificar como un variado cómico-musical. Antes de la cena, a modo de entremés, la Pitonisa Ciclón, con un pañuelo de monedas en la cabeza, se ofreció a leernos las líneas de la mano. No esta muy ducha en estos temas por lo que la adivinación la realizó con una chuleta de Internet que consultaba continuamente. A la vista de sus capacidades no dispuso de muchos voluntarios a los que leer. Durante la cena hicieron varios amagos de pretender amenizarnos la comida pero resistimos el embite. Una vez servidos los postres, el acto era indemorable. El Dr. House se sirvió una copa de vino, a falta de algo más fuerte a mano, y todos nos colocamos alrededor de la sala para contemplar el espectáculo. Empezaron con un villancico subidas a unos paraguas con cabeza de caballo, en el que Ciclón cantaba primero, por desgracia tiene el mismo oído musical que su tía, y Sobrinísima hacía el "da capo", más bajito pero con la entonación correcta. Después Ciclón Chistenovich contó un par de chistes viejunos en 3 idiomas que teníamos que averiguar. El ganador se llevaba una foto de la protagonista, motivo por el que su padre ha decidido desconectar la impresora del ordenador,  con autógrafo incluido. Finalmente hubo que sortearla y fue para mi abuela. Le siguió otro chiste, que además era una pista, antes de volver a deleitar nuestros oídos con un villancico en "italiani" para desearnos Buon Natale. Amenazaron con uno en francés, pero como era el intermedio, se trataba de una grabación (no propia) que apenas se oía de fondo y de la que ni siquiera hicieron play-back sino que se retiraron para un cambio de vestuario. Con nuevo modelo, interpretaron otra canción en inglés sobre Blitzen y el resto de los renos de Papá Noel. Mi padre, acostumbrado al inglés de Texas, le costó entender lo de "reindeer" (aunque puede que se deba a que, por allí, lo que abundan son los caballos). Reírnos nos reímos aunque yo voto que, en las próximas funciones, sea sobrinísima la que se encargue de la parte cantada y ciclón se decante por perfeccionar los chistes y aprenderse bien el papel de pitonisa. Eso sí, ambas actrices estuvieron muy pendientes del comportamiento del público al que mandaron callar con frecuencia. Pasaron la gorra, literalmente, con bastante éxito para sus expectativas. Creo que el resultado nos garantiza una función anual hasta los 30 (como mínimo).

Al terminar la exhibición, se oyeron unos ruidos en la terraza. Allá que fueron las crías a mirar y ¡se la encontraron llena de bolsas! Como no había chimenea a Papá Noel le había resultado muy fácil lanzar los paquetes desde su trineo hasta el balcón. Abrimos los regalos, que no habían sufrido ningún desperfecto y, después, terminamos de recoger los platos antes de hacer lo propio los comensales.

¡FELIZ NAVIDAD!

sábado, 24 de diciembre de 2011

La "Fundación" de Nochebuena

Durante las vacaciones de Navidad, la granja se llenaba de críos. Los días eran cortos y, aunque la temperatura de Linares solía ser suave durante el día, las noches eran frescas. Recuerdo con horror los dormitorios del piso superior convertidos en neveras. Para calentarlos disponíamos de una insuficiente estufa eléctrica que para más inri era compartida entre dos habitaciones de casi 20 metros cuadrados cada una. Para las camas, los adultos disponían del lujo de las bolsas de agua caliente.  Por desgracia, semejante invención nos estaba vedada a los niños con la excusa de que no nos fuésemos a escaldar con ellas (la verdadera razón era que no había suficientes para todos). Ni que decir que había que ponerse más ropa para acostarse que para una expedición a la Antártida y, aún así, la nariz se congelaba al sacarla para respirar, lo que hacíamos a intervalos similares a los de los cetáceos. Por eso, cuando se hacía de noche, los primos buscábamos refugio en el salón donde ardía la chimenea. Aquel plan no era el ideal para los adultos que se las ingeniaron para que nos entretuviésemos lejos de su vista, y sus oídos, y soportásemos estoicamente el frío de las naves y del pasillo.

De entrada nos mandaron a jugar a la "era" y el juego elegido solía consistir en el escondite. Ni que decir tiene que esconderse en la granja de noche no revestía ni media complicación. La luz del exterior se limitaba a la lámpara del porche. El resto de la iluminación provenía principalmente de la luna, si había, y de las estrellas, cuando se veían. Además también se filtraba algún rayo entre las ranuras de los postigos de la casa y llegaba el destello de los faros de los coches que pasaban por la carretera más próxima, que estaba a unos buenos 200 metros. En esas condiciones de visibilidad nos poníamos a jugar. El papel del que "se la llevaba" solía recaer en uno de los pequeños, ya que a ninguno de los mayores nos atraía en absoluto esa tarea. Cuando empezaba a contar, todos los primos aprendíamos a contar hasta cien a edades muy tempranas, el resto desaparecíamos entre las tinieblas. Al terminar la cuenta, el pobre pringado, si era un poco espabilado, se dedicaba a esperar bajo la luz del porche a que el resto nos aburriésemos, o nos congelásemos, para tratar de pillarle desprevenido y "salvarnos". Una vez que el más iluso de los escondidos hacía la tentativa, y por supuesto fracasaba en el intento, los demás, ateridos, íbamos detrás, porque total ya sabíamos que no nos tocaba "ligarla" en el siguiente turno. El problema radicaba en que era aburrido esperar y, con frecuencia, procurábamos escondernos y refugiarnos del frío al mismo tiempo. Para ello nos guarecíamos en algún rincón en el interior de la casa. Esta ubicación presentaba la ventaja añadida de salida directa al porche, con sólo un descansillo por medio, lo que se traducía en una mejor posición para salvarse. Lógicamente, esa no era la idea de los mayores al mandarnos fuera a jugar.

Se estrujaron las neuronas para dar con un nuevo plan más acorde con sus objetivos. Así optaron por el de exigirnos "hacer méritos" para ganarnos el aguinaldo. Dichos méritos consistían en montar "en secreto" una larga y variada función sorpresa que se estrenaba tras la cena de Nochebuena. No hacíamos un pase único de la misma sino que las representaciones se repetían al igual que los programas navideños de la tele (que si uno se descuida puede verlos incluso en Agosto). Los bises servían para reclamar el aguinaldo a los que, por algún otro compromiso, se habían perdido el primer pase. Dicha función con ánimo de lucro fue bautizada como la "Fundación".

La tradición sigue en pie y, hermanísima, sabiamente, ha pasado el testigo a las sobrinas que se encargarán este año de amenizarnos la velada. A petición de las actrices principales, habrá una crónica del evento en el blog. Se ha mantenido el secreto así que no puedo adelantar nada. Supongo que admitirán solicitudes para repetirla en Linares aunque, lógicamente, el público deberá aflojarse el bolsillo para que accedan.

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Feliz Cumpleaños Salut!

Mi prima Salut es de la generación de hermanita, así que también supone una "evolución en la especie", en este caso en lo referente a la cualidad de "angelical". Posiblemente sea el bebé más bonito y dulce que yo haya visto nunca y, no solo eso, sino que además, en su caso, su "ángel" no se refiere a su aura sino a lo buenísima que es. Al igual que su padre, es de estas personas que poseen bondad natural y no les sale nunca el "hacer maldades". Ese concepto no entra ni siquiera en su cabeza, al igual que la mía está reñida con la paciencia y la moderación. Incluso su parto fue tan sencillo que le permitió a mi tía estar en casa en Nochebuena trinchando el pavo que había preparado ella misma.

Pese a su dulzura no es ni empalagosa ni sosa. Todo lo contrario. Es discreta, alegre, se apunta a un bombardeo y es tan divertida que, junto con más primos y algunas amigas, montaron un grupo de payasos con los que amenizar los cumpleaños. Fue entonces cuando los sufridos naranjos de la granja empezaron a cumplir su función de árboles frutales en lugar del de refugios enramados a los que nos encaramábamos sin piedad. El caso es que las naranjas, algo amargas y catalogadas por mi abuelo de no comestibles, se convirtieron en la herramienta perfecta para entrenarse en malabarismos. Aunque se supone que eran pequeñas y ácidas, cuando a las tres de la tarde mi señora madre aún no había vuelto de los gitanos y el hambre azuzaba, sí que nos las tomábamos para apaciguar el gusanillo, y nos sabían a gloria.Entre tejados, árboles y, una vez llegado el verano y los tejados de uralita dejaban de ser térmicamente recomendables, la piscina, en la que permanecíamos horas en remojo hasta arrugarnos como pasas, por donde menos se nos veía era a ras de suelo. Incluso cuando se rompieron los columpios, empleamos su armazón para trepar y hacer equilibrios (en realidad ese uso fue anterior a su ruptura, menos mal que mi abuelo escogió un modelo bien resistente que aguantó nuestras escaladas sin resentirse).

Si a los payasos malabaristas les añadimos las acrobacias, las funciones familiares y los animales de mi hermano, está claro que la granja de mi infancia distaba muy poco de convertirse en un circo. Eso es precisamente en lo que parecen consistir las oposiciones de magisterio con las que mi pobre prima se ha dejado estos últimos años las cejas a base de estudiar y preparar temas. Al igual que en la lotería el azar juega un papel primordial a la hora del examen. No sólo influye en los temas que le caen a cada víctima en suerte sino que el tribunal lleva a gala el sortear las notas a su antojo. Sus flagrantes injusticias en esta última ocasión consiguieron chamuscar los límites de la infinita paciencia, no sólo  de mi prima, sino también la de mis tíos. No obstante, gracias al equilibrio que la caracteriza y a su alegre dulzura, enseguida recuperó su radiante y serena sonrisa.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES SALUT!

lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Feliz cumpleaños Titón!

La naturaleza utiliza un truco para asegurar la perpetuación de la especie. Consiste en que el primer retoño suele ser un niño tranquilo y bueno para así engañar a los incautos y primerizos padres y provocarles el deseo de ir a por otro churumbel de similares características. ¡Ja! Lo que se suelen encontrar habitualmente es con la otra cara de la moneda: un pequeño movido y travieso que revoluciona sus vidas y las de su, hasta entonces, tranquilo hermano.

En el caso de mi primo Titón, la que la naturaleza había preparado era tan gorda que, previamente, mi tía tuvo no sólo uno, sino dos bebés dulces, tranquilos y adorables. ¿Qué mejor idea que ir a por el trío? No sabían la que se les avecinaba con el nuevo "angelito". De los adjetivos anteriores el único que se podía aplicar con justicia era el de adorable, al que se añadieron, con mucho peligro, los de listo, gracioso y cariñoso. En realidad, esas deseables cualidades referidas a mi genial primo constituían un arma de doble filo porque, tras presenciar alguna de las brillantes ocurrencias del niño, uno tenía muchas más papeletas de reírse, y mucho, de la trastada y de abrazar, antes que regañar, al pilluelo.

En vista de la dificultad que suponía la labor educadora del chiquillo, tarea en la que colaboró en gran medida la tita Chan-Lee, según la bautizó el crío, sus padres buscaron la manera de canalizar su rebosante energía. La terapia utilizada fue la del deporte: karate, fútbol, baloncesto, natación y atletismo, además de los juegos, tejados y caballos de la granja. Mis tíos pensaron que un cuarto hijo, Posti, ayudaría a mantener entretenido al tercero. Efectivamente así fue: el cuarto se hizo inseparable del tercero y le secundaba en todos y cada uno de sus innovadores planes. Tampoco creo que sus padres contaran con los daños colaterales de esa asociación sobre el resto de la familia y allegados. Así, los dos niños se limitaban a jugar al béisbol exclusivamente durante las visitas de los Manolos, en las que ambos, despertaban a mi cuñadísimo por las mañanas a golpe de bate, con lo que el pobre no sabía si lo que tenía era resaca o algún tipo de contusión.

Tanto deporte le labró una carrera como profesor de gimnasia. Su primer trabajo fue en Canena donde, independientemente de sus orígenes, consiguió que todo el pueblo le adorase. Fue agasajado hasta la saciedad para que se sintiese como en casa. Tuvo que abandonar el puesto al año siguiente, con algunos problemas digestivos.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES TITÓN! (y dale muchos besos a Posti)
(Pincha en la imagen para aumentarla)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Especial dominical: 40 aniversario

Hoy es el 40 aniversario de los titos favoritos de toda la familia. Esa posición se la han ganado a pulso por la infinita paciencia, su buena conversación, su generosa disposición, su cariño y la sensatez de todos sus consejos.

Mi tía ha sido la encargada de enseñar a leer y a comportarse a casi todos los primos linarenses. Para ello contó con la ayuda de un singular lenguaje de signos, de un gracioso gato, Micho, que coloreaba las letras de los libros y con cientos de divertidas canciones. Tanto dentro como fuera del colegio era la sal y la animación en persona. Mi tío ha sido un ejemplo no sólo para los niños sino también para los mayores y, entre las aspiraciones de muchos, se cuenta todavía el deseo de ser "un poquito más" como él.

Llevan 40 años de matrimonio pero su romance empezó mucho antes. Mi tío y mi madre eran compañeros de colegio y, dada la afinidad de caracteres entre ambos, los mejores amigos. Sin embargo, el romance en la relación con la familia entró de la mano de la chispeante tita Lucky que aportó la alegría a la seriedad del dúo.

Durante su matrimonio han hecho gala de todas sus cualidades. Situaciones que para otros podrían haber supuesto razones más que suficientes para hundirse en amargura, para ellos sólo eran una manera más de demostrar la pasta de la que estaban hechos y han afrontado con infinito amor y ternura todas las difíciles tareas en las que se han visto involucrados.

Desde su jubilación gozan de una libertad que no habían conocido y, como siempre, disfrutan de ello como si fuesen críos. Cualquier excusa es buena para ampliar horizontes y conocer todos esos lugares de los que tanto habían oído hablar. El aniversario es un motivo más de celebración pero para ellos todos los días de su vida han sido especiales.

Yo soy de esas que sueñan con ser "un poquito" como ellos y espero que compartan otros 40 años de felicidad y buenos consejos.

¡MUCHÍSIMOS BESOS DE GRUMPY Y EL DR. HOUSE!

sábado, 17 de diciembre de 2011

¡Feliz Cumpleaños Pompidulp!

Dentro de unos meses iremos de boda. A pesar de la avalancha de preguntas que recibían en todos los saraos familiares, los felices novios siempre se han mostrado reticentes a la hora de fijar la fecha de sus esponsales. Este hecho, en ocasiones, provocaba la "desesperación" del Dr. House, ya que se trata de la única boda de la historia por la que ha manifestado su expreso deseo de asistir.

Al igual que hermanísima y cuñadísimo, la pareja comenzó su relación cuando apenas eran unos chiquillos, mientras ambos estaban en el instituto, donde se conocieron. Desde entonces han transcurrido unos 10 años por lo que es normal que el Dr. House se impaciente ante la demora de la esperada ceremonia. Hace unos meses, el futuro matrimonio claudicó y nos confirmó finalmente los datos del dichoso evento.

Aunque suele ser mi tío, y futuro suegro de la cumpleañera de hoy, el que, llegado el momento, suele ser afectado por algún inoportuno problema que precisa de mi intervención profesional, no las tengo todas conmigo de que la que me requiera en esta ocasión no sea la mismísima novia. En mi última visita a Linares no pude verla porque la pobrecilla estaba ni más ni menos que con paperas y, para colmo, tuvo al afortunado novio en cuarentena de visitas. Desde el anuncio de la fecha del enlace, la emoción de los preparativos la ha afectado de tal manera, que no levanta cabeza.

Hace poco ha escogido el vestido de novia. A nadie le cabe ninguna duda de que irá guapísima, porque es en todo punto imposible que sea de otro modo. También sé que irá sonriendo, porque no la conozco con otro gesto. Es dulce, alegre, atenta y cariñosa. Mis primos consanguíneos son estupendos y da gusto cuando escogen tan bien a sus cónyuges. Si se cumplen las leyes de Mendel, su descendencia será tan encantadora como agotadora y perpetuará, e incluso mejorará, los rasgos familiares para la siguiente generación.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES!



jueves, 15 de diciembre de 2011

¡Feliz cumpleaños Patos!

Paula Romani
Posti y Patos son los pequeños de la familia aunque eso no significa que, por ello, nadie les vaya a pasar por alto. En este último sentido Patos se ha encargado de aprovechar muy bien su alimentación (de pequeña era muy generosa y, a pesar de las demostradas habilidades culinarias de su madre, no comía apenas con lo que, el resto de muertos de hambre, que mirábamos su plato con ojos golositos, tocábamos a más). Todo lo ha empleado en estirarse hacia arriba de manera que, a las primas más bajitas, nos saca una buena cabeza.

No sólo destaca por altura. A la hora de tomar la iniciativa, incluso dentro de nuestra imaginativa familia, no tiene parangón. Tiene ocurrencias para todo y, en su caso, el concepto que no vino de serie en su cerebro, fue el del aburrimiento. No es que se apunte a un bombardeo, sino que se encarga de idearlo y organizarlo.

Tiene un sentido práctico heredado directamente de su padre, para el que las cosas "o son o no son", sin más complicaciones. Una conversación con ella es la mejor terapia anticomeduras de cabeza que existe, cualidad de la que pudo beneficiarse mi angelical prima recientemente. Si eso no funciona, en momentos de bajón, se ofrecerá a sacar al desdichado de juerga y ejercerá encantada el papel de psicoterapeuta-anfitriona: alcohol para la anestesia, música atronadora para dejar de oír los propios pensamientos, baile para elevar el ánimo y  ligoteo insustancial con el que recuperar la autoestima. ¡Esa opción es infalible!

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES PATOS!

jueves, 1 de diciembre de 2011

ROSQUILLOS DE LA ABUELA

Aunque esta receta también tiene su origen en Canena, los rosquillos no los tomábamos allí sino en la granja. Nos los hacía mi abuela materna y estaban deliciosos. Afortunadamente es una receta que rinde mucho y salían un millón de tiernos rosquillos, los justos y necesarios para alimentar a toda la troupe de primos y tíos. Si no se estaba al tanto, con el buen saque de estos últimos, una podía no llegar ni a las migas. Era buena idea interrumpir la lectura, principal causa de distracción en mi caso, para pulular por la cocina y vigilar los progresos en su elaboración. Si se abusaba de esta táctica se corría el riesgo de, o bien terminar castigada sin probarlos, o bien que la enganchasen a una para realizar faenas domésticas. ¡Menos mal que también se  podía espiar desde el patio y, en caso de ser detectada, se disponía de una buena vía de escape! Pese a la cantidad, nunca podían estropearse ni endurecerse ya que desaparecían ese mismo día. No los he probado tan buenos como estos en ninguna otra parte. Son un poco engorrosos pero merecen la pena.

ROSQUILLOS DE CANENA (de la abuela y la tita Carmen)

INGREDIENTES
Por cada huevo:
Zumo de media naranja
Ralladura de limón
1 cucharadita de canela molida
1 sobre de gaseosa
4 cucharadas hondas  de aceite desahumado con cáscara de limón (enfriado)
1 pizca de sal
2 cucharadas de leche
3 cucharadas de azúcar con colmo.

Harina (la que admita sin que la masa se ponga dura)

ELABORACIÓN
Batir todos los ingredientes y añadir la harina progresivamente hasta que tome un poco de consistencia pero siga blanda la masa.
Engrasarse las manos con lo que haya sobrado del aceite desahumado.
Hacer unos roscos finos (luego crecen y si son muy gruesos no se esponjan bien ni se cuecen del todo por el centro)
Escurrir en papel absorbente
En caliente: pasarlos por azúcar.




2º RECETA DE ROSQUILLAS

Esta otra receta es similar y también sale bastante buena. Es de una compañera de trabajo de mi madre, de cuando yo aún era colegiala, así que también forma parte de la cultura "vintage".  Algo menos esponjosos que los de mi abuela, para el que le gusten las rosquillas un poco más crujientes. Es cuestión de probarlas para elegir entre ambas.


INGREDIENTES
1 huevo
Aprox 3/4 kg harina
Zumo de un limón y ralladura de medio
1 cucharadita de canela molida
1 cucharadita de bicarbonato
8 cucharadas hondas  de aceite desahumado con cáscara de limón (enfriado)
1 pizca de sal
1 taza de leche
8 cucharadas de azúcar con colmo.

ELABORACIÓN
Batir el huevo en una fuente honda. Añadir las 8 cucharadas de aceite y luego el azúcar y la leche. Se echa el limón y la ralladura, la canela, el bicarbonato y la sal.
Se va añadiendo la harina progresivamente según se remueve la mezcla, que se vaya incorporando bien hasta que no se pueda mover con la cuchara. Se amasa entonces con las manos hasta que tome consistencia, aunque no demasiada. La masa no debe quedarse dura. Es mejor tener que ponerse un poco de aceite desahumado en las manos para evitar que se pegue a los dedos y evitar que se queden secos y harinosos.
Hacer unos rosquillos finos (luego se hinchan al freírlos)
Freír en abundante aceite de oliva bien caliente. Sacar a papel absorbente.
Antes de que se enfríen, pasarlos por un plato con azúcar.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Arroz con carabineros de la tita Mercedes

El día del cumpleaños de la tita, aproveché mi visita sorpresa para sonsacarle algunas recetillas con las que rellenar, aún más, el blog. Ya sabía la de las albóndigas así que tenía que ir a por las croquetas (que aún no he conseguido) o alguno de los famosos arroces. Algún postre canenero podía ser interesante, y se animaron con los rosquillos además de su famoso arroz con carabineros. Se supone que las cantidades son como para 6 personas (en previsión de que estas tengan buen saque y vengan acompañadas).

ARROZ CON CARABINEROS
INGREDIENTES
Medio kg mejillones
Un cuarto de chirlas
Un cuarto de gambas
Medio kg de anillas de calamar (congelar y descongelar para que se ablanden)
1 carabinero por persona.
Dejar los moluscos dos horas en agua con sal para que suelten la arena.
Cocer al vapor los mejillones, y sacarlos de su concha, y las chirlas.
Darles un hervor a las gambas y apartarlas.
Colar el agua de cocer el marisco y tirar el final para evitar que se cuele algo de arena, y ponerle todos los mariscos ya limpios.

REFRITO
Pochar 2 pimientos verdes a trozos y1 cebolla picada. Añadir unas alcachofas y guisantes a gusto del cocinero y los comensales. Darles una vuelta a los calamares.
Poner un tomate picado y 2 hojas de laurel.
Machacar: ajo, perejil, azafrán y pimienta y aclarar el mortero con un chorro de vino blando.
Cocerlo todo junto.

Medir 1 VASO DE ARROZ por cada 3 personas (1 puñado por persona más uno extra por cada 3 ó 4). Por cada medida de arroz poner 2 y media de caldo caliente.
Aproximadamente a los 8-10 minutos de cocción, añadir los carabineros.
El arroz tarda unos 18 minutos en cocerse como media (oscila de 15 a 20 min en función del tipo)
En el último minuto poner un poco de pimiento morrón.
Dejar reposar unos 5 minutos tapado con un paño, con el fuego apagado.

domingo, 27 de noviembre de 2011

RECETAS de Miss Corn

El viernes Miss Corn nos demostró con su aportación a los postres en la comida familiar en Fuenllana que ha heredado la mano mágica en la cocina de su abuela y su tía, y eso que, cómo quien dice, acaba de empezar su carrera entre los fogones. Tras degustar el resultado, esta no puede ser más prometedora. Me ha enviado las recetas de su contribución de aquel día que, por supuesto, os copio casi textualmente, a la espera de más.

RECETA TRUFAS  (Muy facilita)

Ingredientes:
600g de chocolate en trozos.
500g de nata líquida.
1cucharada café.

Cómo se hace:
Poner cazo con nata liquida y cuando hierva, retirar del fuego. Una vez fuera, echar una cucharada de café y cuando se disuelva, con el mismo calor y removiendo sin parar, añadimos el chocolate poco a poco, removiendo mucho. Vamos jugando con el fuego para que se funda.

Una vez que se disuelva todo, retiramos y lo ponemos en un bol para enfriar. Cubrirlo con papel film para que no le entre aire.

La crema estará lista cuando su centro este firme, aunque no demasiado duro. Después se puede darle forma con cucharas o moldes.



Receta de las TULIPAS

Ingredientes:
100g de azúcar.
100g de harina floja
100g de claras (1 ó 2 huevos)
100g mantequilla, sin quemar, sólo derretir.

Elaboración:
Se mezcla todo hasta que se haga homogéneo. Primero mezclas las claras con el azúcar, varillando todo el rato, despues la mantequilla derretida y, por último, la harina muy poco a poco porque si no se hace pegote. Hay que varillarlo mucho y, al final, sale la crema. También se puede hacer de cacao, si a esa misma masa se le echan unas dos cucharadas de cacao en polvo, se tinta y está de muerte.

Se saca la bandeja de horno, se pone por encima una lámina de  "SILPAT", es una tela revestida de silicona, de venta en tiendas de material de hostelería. En lo referente a cantidad de masa hay que poner poquita, porque en el horno se hincha. Además  las gordas no quedan igual, tienen que ser finitas. Se precalienta el horno a 180 grados. Hay que vigilarlo, sin abrir, sólo asomándose, hasta que se dore. Se saca y se coge rápidamente la lámina de silicona, ¡a los 5 segundos se enfría y se queda dura y no se podrá modelar!

Para darle forma, no viene mal un poco de imaginación. El otro día para hacerlas en casa utilicé un vaso chupito y con el culo hice las tulipas a modo tarrina. Se usa un paño y una espatula para despegarlo de la bandeja y, rápido rápido rápido, le damos la forma que queramos con el molde que tengamos a mano o que nos inventemos.

Miss Corn las hace de una en una, porque está sola y si no ¡no le da tiempo! De otro modo, si pretende moldearlas, el tema se le complica. Claro que no creo que le resulte difícil encontrar a alguien dispuesto a sacrificarse y comerse las "imperfectas".



sábado, 26 de noviembre de 2011

Saturday Evening Post: Comida en la Escuela de Cocina

Para empezar bien el fin de semana, decidimos organizar una pequeña reunión para irnos ayer a comer a la Escuela de Cocina de Fuenllana, donde estudia nuestra Miss Corn.  El homenaje era más que merecido después de la semanita de duro trabajo que llevaba arrastrando desde el largo y complicado quirófano del martes. Un poco de relax gourmet siempre viene bien para recuperarse. Al terminar la consulta esperé a mi señor padre que tenía que dar un curso y le pillaba bien acercarse para que así fuésemos juntos en mi coche al lugar de la comida. En el corto viaje de la universidad al hospital, según sus propias palabras, "flipó" con el transporte público de Madrid. Puede parecer increíble que semejante comentario venga de alguien que decidió que la vida en España era intolerable y que era mucho mejor hacerse americano. Claro que hay que tener en cuenta que en los USA lo del transporte público se limita a cuatro ciudades y que, además, no es recomendable hacer uso de él en determinados barrios. Menos mal que el de aquí es bueno, porque lo que es el tráfico diario deja mucho que desear.

Por supuesto llegamos los primeros, aunque en esta ocasión no se debió a que el resto de la familia se demorase. Contra todo pronóstico consiguieron encontrar el sitio a tiempo y sin problemas, pese a que me había equivocado al indicarles el número de salida de la carretera. Creo que voy a tener que cambiar mi opinión sobre el sentido de la orientación de mi madre. Hasta el momento la lectura de los mapas no había sido nunca su fuerte pero ayer me demostró sus enormes progresos en ese aspecto. Al único al que se le complicó el asunto fue al Dr. House, que se encontró el jueves con un cambio de planes en la programación del viernes lo que finalmente desembocó en que, por desgracia, fuese incapaz de asistir. Toda una pena porque le habría encantado.

El menú fue estupendo, así como el servicio, la atención y el sitio.  La sala no era para nada ruidosa, vicio que no se cuida habitualmente como es debido y del que pecan con frecuencia muchos lugares. También la separación entre las mesas era más que adecuada y, tanto la luz como la decoración, resultaban cálidas y agradables. Las alumnas-camareras sonreían continuamente, sin agobiar, aunque siempre pendientes de los detalles. Estaban de exámenes y espero que las calificasen con un merecido sobresaliente. En el centro de las amplias mesas había una bandeja con unas tostaditas muy finas y una mini-aceitera rodeada por unos pequeños cuencos de flor de sal de diferentes variedades.

De aperitivo nos ofrecieron unos cocktails a escoger entre: daiquiri de fresa, gin-tonic de naranja y margarita con lima. No soy muy aficionada a estas bebidas pero ya que estábamos en una escuela y para colmo en exámenes, supuse que debía "sacrificarme" para que las chiquillas pudiesen poner en práctica sus habilidades con la clientela. Me prepararon un daiquiri con poco alcohol (que había que conducir) con mucho sabor a fresa y que resultaba fresco, dulce y delicioso. Mis padres se decantaron ambos por las margaritas y mi hermano disfrutó del estupendo gintonic.
Junto con los cocktails nos trajeron unos largos tirabuzones de hojaldre dorado con parmesano y olivas negras, ligeros y sabrosos. El pan de nueces, mi favorito, de corteza muy crujiente, también era estupendo.
El primer plato del menú consistió en una crema de espárragos blancos con tropezones de tallos,  pequeños tacos de jamón y tradicionales picatostes recién hechos. Estaba buenísima y muy suave.
Como plato principal nos ofrecieron unos callos con lubina a la plancha. Mi hermanita y yo preguntamos si nos podían traer la lubina sin callos. Nuestra petición se vio recompensada por su sustitución por unos chipirones rellenos en su tinta que se deshacían en la boca. Los que tomaron los callos comentaron que estos estaban mantecosos y muy bien hechos.
Nuestros sufridos estómagos se encontraban ya bastante llenos y aún nos quedaban los postres. Este fue un plato de  degustación, con muestras de buen tamaño, formado por: un flan, con el dulzor y la textura ideales coronado por una peineta de caramelo, un cono (delicioso, me recordaba a las tejas buenas, para más inri luego descubrimos que había sido elaborado por Miss Corn) relleno de helado de yogur, no podían haber acertado mejor con mis preferencias, y un ramequin de crema catalana sedosa, tan buena que me recordó a las natillas de los Sentidos (y de la que le he pedido a Miss Corn la receta).

Con las infusiones digestivas (de frutas rojas, demasiado dulce para mi gusto) nos trajeron unos bocaditos rellenos de nata, crema pastelera y chocolate, negrísimo y buenísimo.  Nos guardaron en un recipiente los que nos sobraron. También nos llevamos una bandeja hecha de la misma galleta que los conos del helado con la que la mismísima Miss Corn nos salió a saludar. Para agradecernos la visita había inscrito las palabras en la masa.
La sorpresa final fue la cuenta, sin duda más que apta para todos los bolsillos. Semejante despliegue costó tan sólo 10 euros por persona. Creo que vamos a tener que convertir las visitas a Miss Corn en un rutina semanal.

jueves, 24 de noviembre de 2011

"MOROCOCO"

En realidad el nombre de este plato es "morrococo" pero nadie en nuestra familia lo ha llamado nunca así. Es una versión canenera del hummus y está tan bueno como este. Es fácil y se puede versionar al gusto y en función de los ingredientes que se disponga. Mi tía Mercedes de Madrid le pone cominos y mi tía Carmen un poco de pollo. Mi abuela no le ponía nada más que los garbanzos, la cebolla y el huevo. Mi madre tampoco le añade nada más. En el restaurante Envero en Linares lo tomamos como relleno de unos calamares y, en ese caso, la especia favorecida era el pimentón (que a mí no me va mucho, por no decir nada). Sé que lo que voy a decir es anatema: el cocido no me gusta, sin embargo este plato me chifla.

MOROCOCO DE MI ABUELA

INGREDIENTES
Garbanzos (generalmente del cocido)
Caldo o agua (medio vaso aproximadamente)
Cebolla picada en abundancia
Perejil
Aceite de oliva
Sal
Huevos.
Ingredientes opcionales: Comino o azafrán (uno u otro), almendra molida, pollo (del cocido)

ELABORACIÓN
Pochar la cebolla hasta que esté transparente. Añadir el perejil (cominos o azafrán y almendra si se quiere)
Machacar los garbanzos (si se quiere con pollo se trituran junto con este) y echarlos en la sartén con la cebolla. Añadir un poco de agua o caldo.
Batir un par de huevos y cuajarlos con el resto para que quede ligado y cremoso.
Servir recién hecho.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¡Feliz cumpleaños Posti!

Ser de los pequeños de los primos tiene varias desventajas. La fundamental en nuestra familia es el hecho de perderse un montón de aventuras que luego son recordadas en las reuniones familiares, y ahora también en este blog, y que hace que a uno se le pongan los dientes largos y desee haber nacido antes para haber participado en ellas. El segundo inconveniente deriva de ser un bebé cien por cien achuchable y con pocas posibilidades de rebelarse. Eso le ocurrió a Posti, que hoy cumple 23 añitos. Cuando llegó ya había una caterva de primos mayores que le abrazaban y le besuqueaban sin parar. Era tan tierno que hasta yo, que nunca he pecado de efusividad, le hacía arrumacos al bebé. Si hay una dosis tope de mimos que uno puede recibir a lo largo de su vida con Posti se superó en su primer año. Ni que decir tiene que ahora hay que cazarle a lazo para darle un abrazo, y si no que se lo cuenten a su hermano que ha aprovechado el que hoy sea su cumpleaños para darle ni más ni menos que ¡tres! (está claro que los demás no van a conseguir acercarse a menos de un metro del homenajeado y, con este exceso, la dosis está cubierta hasta Año Nuevo, que es otro de los eventos en los que está permitido besarle). Para colmo mi hermanísima es su madrina y entre sus cualidades brilla con luz propia la de su cariñoso y dedicado instinto maternal. Está claro que con ese acúmulo de circunstancias, el pobre chiquillo estaba perdido desde el instante en el que asomó su cabecita al mundo.

También se caracterizó por su lengua de trapo. Hablaba un idioma original que sólo comprendían él y su madre. Mi tía se sacó un máster al respecto y ahora es capaz de entender a cualquier infante, y traducírselo a sus padres. El bolsillo era el Postilo y la mochila la Postila, y esa era la parte que todos llegábamos a interpretar y por lo que se ganó el apodo de Posti. Eso sí, aunque no supiese hablar con cuatro años no había quien le venciese al Tetris, salvo su hermano de 7 y no siempre. A partir de ahí se dedicó a los ordenadores y la informática se convirtió en su refugio frente a los ataques de cariño familiar. Era imbatible en los juegos de consola en los que había que huir de monstruos y perseguidores, ¿cómo iba a ser de otro modo? si los tenía en su propia casa.
Ya sabes que me cobraré un abrazo por este post. ¡Muchísimas Felicidades Posti!

Saturday Evening Letter: Carta de hermanísima a su ahijado

Mi hermanísima quería encargarse de escribirle una entrada a su ahijado para felicitarle por su cumpleaños. Se hacía tarde y me he "adelantado" con la mía. Siempre he dicho que hay sitio para todos, así que aquí va la suya antes de que termine el día. 


Carta a mi ahijado:

Todavía me acuerdo de lo contenta que me puse cuando la tita  me dijo que iba a tener otro niño. Yo había disfrutado como una enana con los tres primeros y la había ayudado mucho con ellos: los distraía, les contaba cuentos, jugaba con ellos horas y horas y dormía con el que más miedo tuviera. La verdad es que sabía que este cuarto niño iba a ser especial porque estaba segura de que mi tía iba a compensarme por tantas horas de cariño incondicional hacia sus hijos y me iba a nombrar madrina del cuarto. A mis 16 años, creo que fue lo más interesante que me había pasado en la vida (después de mi primer beso; claro).

Yo me las prometía muy felices pensando que iba a ser una niña a la que llenaríamos de lacitos y besos. A los pocos meses supimos que la esperada niña sería otro niño y que tendríamos que cambiar los zapatitos rositas por los de baloncesto. Mi tía intentó compensarme un poco y me preguntó que qué nombre me gustaría para el futuro baloncestista, a mi siempre me había gustado el nombre de Javier (el chico de mi primer beso, el mejor amigo de mi hermano, el hermano de mi mejor amiga...) la verdad es que no las tenía todas conmigo pero sí, así se llamó y aunque ahora todos le llamemos Posti, su verdadero nombre es JAVIER.

Creo que los primeros años fuí mejor madrina que cuando el niño creció.

Recuerdo un montón de cosas, recuerdo que el primer regalo que le hice fue un peluche enorme que soltaba pelo y que no le gustó mucho. También recuerdo que era un bebe gordito, comilón y bastante tranquilo, muy cariñoso y alegre, con una cabeza muy redondita y ojillos achinados. Para mí no había ninguno más guapo que él en todo el mundo.

Su padrino y yo nos juntábamos para darle al peque caprichos y mimos. El día del bautizo no nos llegaba la camisa al cuello. Los años fueron pasando y con ellos innumerables celebraciones en la granja con tarta de la tita Chani incluida y gominolas a tuti plen. Hasta que mis hijas nacieron intenté ir todos los años, ahora la cosa va siendo cada vez más complicada porque cuando no tenemos teatro, tenemos examen o catequesis o quedada con las amigas o cualquier otra cosa. La verdad es que es una pena haber perdido la tradición pero así son las cosas (al menos de momento). Lo que nunca cambiará son mis sentimientos, mi cariño, toda la ilusión que sus padrinos sentimos, y que seguimos sintiendo, y la alegría de ver como vas cumpliendo años y nosotros lo vemos ¡Feliz cumpleaños Javi!

jueves, 17 de noviembre de 2011

ALBÓNDIGAS DE CANENA

El día que mi abuela y mi tía Mercedes de Linares se liaban a hacer albóndigas significaba que iban a echar toda la mañana en la cocina. Las albóndigas de Canena son de pequeño tamaño, para tomar de un sólo bocado. Son además muy blandas, casi se deshacen en la boca, y tremendamente jugosas. Nos encantan a toda la familia, lo que significa que, con los que somos y con el saque que nos caracteriza, hay que prepararlas por cientos.

Cuando mi madre era estudiante y vivía lejos de la granja y de sus exquisiteces culinarias, y en su lugar sufría el rancho infame de un Colegio Mayor, mi abuela le mando unas poquitas albondiguillas a su pobre y desnutrida hija. Esta, que debía de andar desfallecida, se comió nada menos que las 40 del paquete de una sola sentada.

Están tan buenas que la abuela del Dr. House cuando las probó, contaba por entonces con más de 90 años, afirmó que eran las más ricas que había tomado nunca (y a su edad había probado muchas). Durante esa época imité a mis tías y, cuando íbamos a visitarla, no faltaba un tupper lleno de pequeñas albóndigas para ella. Ni que decir tiene que el Dr. House era feliz con la frecuencia a la que se sometía a aquel menú que repartíamos con su abuela.

Ahora son mi tía Carmen y la tita Mercedes de Madrid las que se encargan de su elaboración en las celebraciones familiares. El número suele oscilar entre las 400 y las 500 albondiguillas (toman de muestra a mi madre en su época estudiantil). Por supuesto no pueden faltar las alcachofas en salsa, el pollo o el bacalao con tomate, un arrocillo de conejo o marisco, ni tampoco algún que otro aperitivo, en la misma línea, para ir haciendo boca. Es por ello por lo que, pese a nuestra devoción a tan exquisito manjar, siempre sobran unas poquillas de la exageración que preparan (la cazuela, que debe ser transportada entre dos varones fornidos, es digna de verse, debieron ir a pedirla a algún cuartel). Las sobras se reparten entre los asistentes (siempre hay que ir prevenido y llevarse un tupper para transportarlas). Aquí pongo la receta original en versión moderada.

ALBÓNDIGAS

INGREDIENTES
Miga de pan del día anterior mojada en agua y bien escurrida (el mismo volumen de pan escurrido que de carne). La receta para los filetes rusos es la misma pero con menor cantidad de pan.
300 gr de carne picada de ternera (puede ir mezclada con algo de pollo). Aunque se pueden hacer con cerdo, con ternera están mucho más ricas.
2 ó 3 huevos (en función del tamaño de estos)
1 cucharada de almendra molida (si está entera se machaca en el mortero junto con las especias)
Sal y pimienta

Machacar con el mortero y recoger con el pan para que no queden restos en este:
Un manojito de azafrán
1 ajo picado
Varias ramitas de perejil


ELABORACIÓN
Remover la mezcla con las manos hasta que se integre todo bien.
Dejar reposar como mínimo media hora para que se impregne de los sabores.
Hacer bolitas pequeñas (de tamaño de una cucharadita aproximadamente). Para que se pegue menos la masa a las manos el truco es poner una gotita de vinagre en ellas de vez en cuando.
Freir (sin enharinar) en abundante aceite caliente hasta que estén doradas.

SALSA
Rehogar unos trozos de pollo cortados pequeños.
Sofreír cebolla abundante y bien picada hasta que esté transparente. Añadir 2 tomates pelados y picaditos. Machacar de 8 a 10 almendras y rehogarlas con la mezcla anterior. Echar entonces un diente de ajo picado, perejil y azafrán y un vaso de vino blanco y un par de hojas de laurel.
Incorporar las albóndigas y el pollo, poner el caldo o en su defecto agua con 1 Avecrem y el laurel hasta que queden medio cubiertas y hervir a fuego lento hasta que estén blanditas (unos 15 a 20 minutos suelen bastar)

ACOMPAÑAMIENTO
Se acompañan de patatas fritas cortadas en cubos que se empapan con la salsita y están para chuparse los dedos.

OPCIONES: Se puede utilizar salsa que haya sobrado de algún guiso de carne y también están deliciosas en esa versión.

martes, 15 de noviembre de 2011

Caballos

Cuando tenía unos 11 años, mi tío Pepe compró un par de potros que instaló en la granja. Para ello, reconvirtió una de las naves de los antiguos gallineros, medio en ruinas, en establos. Aquellas naves soportaron estoicamente nuestros recorridos por sus tejados de uralita mientras jugábamos al escondite, a los Cinco y a los ángeles de Charlie y, sólo fallaron en una ocasión, en la que mi prima Sole terminó en el suelo de uno de ellos, vía a través del tejado y con el resultado de una pierna rota. Los ingleses lo llaman "accident prone" y, desde luego, de todos los primos era siempre a Sole a la que le tocaba la china de los percances. Ni que decir tiene que teníamos terminantemente prohibido subirnos a aquellos tejados. Pero la granja era muy grande y, precisamente, jugábamos a escondernos.

El caso es que cuando esa nave fue transformada en establo dejó de ser apta como territorio de juegos. Claro que, en sí, los propios caballos suponían bastante entretenimiento. Al principio no podían montarse, había que conformarse con mirarlos y verlos crecer. Luego hubo que domarlos y, mi tío, de albañil aficionado ascendió a domador amateur. Por supuesto, su siguiente y más que envidiado papel fue el de jinete. El problema es que, con veinte primos para hacernos la competencia a la hora de subirnos a los dos caballos, era necesario hacer méritos.

Por aquel entonces, gracias a mi natural "don de gentes", yo distaba mucho de ser la favorita de mi tío. En realidad distaba de ser la favorita de nadie. Ironías de la vida, gracias a mis habilidades médicas me he ganado ese puesto, aunque eso ocurrió tras curarle un absceso faríngeo el día anterior a la boda de su hija y, un vértigo posicional, tras el bautizo de su primer nieto. Está claro que los eventos familiares no son buenos para su salud. En Junio se casa su hijo, así que me llevaré el botiquín a la ceremonia. En mi primera intervención médica le hice tomarse un tratamiento bomba que, pese a no creer en la medicina moderna y sí en todas las tonterías sin base científica que, o bien le cuenta su madre o bien encuentra por Internet, cumplió sin rechistar. No tenía opción, estaba realmente mal. En el segundo caso no precisé recurrir a ninguna droga y supongo que eso me hizo ganar aún más puntos. Una sencilla maniobra de Epley obró el milagro. Pero eso sucedió muchos años después. En esos momentos, recién entrada la adolescencia, no había adquirido aún ese estatus privilegiado, ni tan siquiera parecía previsible que llegase a alcanzarlo. Aún así, me empeñé en aprender a montar y mi tío vio un filón en mi dedicación. Todas las mañanas de aquellas vacaciones me empleó en limpiar las cuadras de los caballos. No ordeno jamás mi habitación pero, con aquellas cuadras, me esmeraba a diario y me dedicaba a cargar carretillas de porquería, fregar el suelo y poner paja limpia sobre él. Además cortaba hierba fresca de la que les gustaba comer a los caballos y acarreaba cubos de agua tanto para la limpieza como para darles de beber.

 Si alguien supone que con aquellas tareas me gané una plaza aventajada a la hora de subirme a la silla, está muy equivocado. El resto de mis primas, sin necesidad de tocar una escoba, pasaban por delante de mí con tan sólo hacer su aparición. Todas eran mucho más lucidas que yo, independientemente de mis granos, por lo que mi tío, al que le gusta bastante presumir, prefería sacarlas a ellas de paseo. Al menos yo me quedaba en la compañía fiel de mi libro. Eso sí, al día siguiente, esta cabezota regresaba a los establos para limpiarlos de arriba a abajo en busca de una nueva oportunidad de hacer prácticas de equitación.

Una vez empecé la residencia me apunté a un centro de hípica. Tras unas cuantas guardias me replanteé el asunto: las caras y la cabezas rotas, además de otros pocos huesos, que veía en la urgencia debidas a caídas del caballo consiguieron lo que no había logrado el tener que quitar porquería de los establos. Hace años que no monto pero eso no quiere decir que no esté dispuesta a hacerlo, aunque con menos afán que el que tenía en mis comienzos de amazona.

Mi tío tiene un nuevo caballo al que espero me deje subirme en alguna ocasión ¡FELIZ CUMPLEAÑOS TITO!

La tita Mercedes de Madrid

Durante las vacaciones en la granja, había un evento en concreto que nos mantenía a todos los chiquillos expectantes. Eso hacía que nos pasásemos el día entrando a la casa para enterarnos de cuánto faltaba aún. La continua irrupción de veinte primos revolucionados, ya fuese en grupos o individualmente, para realizar la susodicha pregunta sin obtener jamás, y a pesar de nuestra insistencia, una respuesta clara (por aquel entonces no existían los móviles por lo que nadie disponía de información actualizada al respecto), quemaba en poco tiempo la limitada paciencia de nuestros mayores. El acontecimiento esperado no era la llegada de Papá Noel ni la de los Reyes Magos. Ni siquiera la hora de la merienda cuando mis tías bajaban a por tortas de manteca a La Rosario, ni tampoco la de la comida, que solía tener lugar cerca de las 4 de la tarde y nos pillaba a todos desfallecidos de hambre. Lo que aguardábamos impacientes era la llegada de la tita Mercedes de Madrid junto con mis primas, en especial las gemelas, ya que sus otras dos hijas quedaban más cerca del rango de edad de mis tíos que del nuestro. Las gemelas eran unas grandes favoritas ya que, entre otras cosas, siempre venían con nuevas ideas de juegos y jugosos cotilleos. Eran cuatro años mayores que yo, treméndamente guapas y su edad les concedía experiencia y estatus, sin contar con el don de la iniciativa del que hacían gala desde su más tierna infancia.

Mi tía tenía una papelería y se presentaba en la granja con regalos para todos, aunque nuestras ganas de verla no se debían a intereses mercenarios. Y eso que, en mi caso concreto, su visita venía acompañada de algún libro, generalmente de la colección de Puck a la que estaba enganchada. Pese a mi adicción, no devoraba la obra aquella misma tarde porque me interesaban, aún más, las historias de mis primas. Pero mi tía era deseada no ya sin regalos, incluso también sin sus hijas. Siempre estaba alegre, nunca perdía ni su buen humor ni su sonrisa. Tanto es así que, un día que vino a verme como paciente y, pese a tener muy mala cara, su vago comentario en relación a su estado se limitó, textualmente, a: "hoy tengo un poco de fatiga". El pobre digestivo al que le había pedido el favor de que la valorase, y al que no he vuelto a pedirle nada nunca más, palideció casi tanto como ella según le echó un primer vistazo para saludarla. Ni que decir tiene que ni siquiera llegó a hacerle la historia. Como una bala me bajé a la Urgencia donde robé una silla de ruedas en la que la instalé y, seguida a duras penas por una de las gemelas, la empujé con ella encima hasta dejarla instalada en el cuarto de críticos. Por culpa de sus leves síntomas y, como conclusión de aquellas carreras, terminó ingresada en la Unidad Coronaria (la gemela casi la sigue tras el esfuerzo de correr detrás de ambas).

Otra de las características de mi tía es su devoción, sin por ello imponerte sus creencias. Junto con mi abuela, la tita Mercedes de Linares y algún agregado ocasional, si en algún momento se  aburrían, pese a los veinte primos, por no tener nada qué hacer, rezaban el rosario para entretenerse. Ninguno de los niños entendíamos el placer de ese pasatiempo, pero ellas repetían las Aves Marías como otros cantan las canciones de su grupo favorito. Tanto fervor me vino bien cuando me llegó el temido momento del examen MIR. Si bien es cierto que estudié mucho los tres meses del verano, también lo es que, el resto del curso había tocado más los libros de lectura que los de texto (salvo en los periodos de agobio previos a las evaluaciones). Tanto es así que aún tengo pesadillas en las que me presento a un examen sin estudiar y que, estoy segura, se deben a mis remordimientos. El caso es que si aprobé con nota suficiente cómo para escoger la especialidad que quería, estoy convencida que se debió en cierto modo a la intercesión de los santos (y no soy creyente). Pretendían así evitar que mi tía incendiase sus iglesias a base de ofrendas de velas. El resto de la familia, agradeció el gesto, y el resultado, así que ahora me llaman para recordarme, de vez en cuando, que gracias a sus desvelos soy la única médico de la que disponen. Desde que han cambiado las velas de cera por bombillitas no creo que sea posible cambiar mi estatus. ¡Menos mal que tengo al Dr. House para compartirlo, aunque por lo general me piden que no le moleste!

El caso es que es su cumpleaños y le deseo mucha, muchísima salud y ¡Muchísimas Felicidades!

Por descontado, tanto el Dr. House como yo seguiremos estando disponibles para todas las consultas médicas que precise.

Autor invitado: La carta del tito Pepe

Mi tío Pepe me ha enviado una carta preciosa en respuesta a mi post por su cumpleaños. Es andaluz con lo que hay una serie de halagos exagerados aunque no por ello menos agradables de recibir.  Menos mal que recalca mi personalidad "particular" (rasgo en el que coinciden los que me conocen) y que sabe que mi pluma a veces muestra un filo digno de un bisturí (deformación profesional). A él le corresponde buena parte del mérito de aquella época dorada de la granja además del reconocimiento por sus duros entrenamientos en los que intentaba ponernos a todos los primos en forma. Con la lengua fuera íbamos a su zaga mientras tratábamos de emularle. Pese a nuestro relativo "vigor juvenil" nunca hemos podido ni toserle en ese sentido. 


Linares, 15 de noviembre de 2011

Querida sobrina:
La verdad es que en contadas ocasiones alguien me ha dedicado comentarios escritos y me ha encantado que sea mi sobrina la que, en un día tan señalado para mí (hoy paso a ser sexagenario), recordase acontecimientos que hace treinta años sucedieron en la granja de sus abuelos.

La granja era para los más mayores, un paraíso dentro de la jungla urbana, un castillo imaginario para los más pequeños y para tus padres y tus tíos, un refugio maravilloso donde os hemos visto disfrutar y crecer, para mi gusto, demasiado rápido.

En la granja había animales, especialmente gallinas, ahí es donde tu abuelo era un auténtico erudito, sabía más de gallinas que los mismos gallos. También había otras clases de animales, algunos de dos patas, a esos la abuela los tenía catalogados como "so seres" o "tuerce botas". Tú y yo sabemos a quienes se refería. También un afortunado día, para mí, llegaron dos potrillos.

La granja podía convertirse en una acogedora hostería con capacidad ilimitada y donde el overbooking no era posible, sobre todo porque a tu abuelo no le gustaban las palabrotas en inglés. A propósito de palabrotas ¿que me dices del catering? Comer en la granja era un verdadero placer y un consuelo para los desfallecidos estómago, sobre todo, de los tuerce botas, los papollas, papiquis y algún que otro "giliventanas".

Con los menús festivos es cuando la abuela se salía. Como las faenas de los buenos toreros, sus platos iban de menos a más, aperitivos como la caldereta de morcilla, el chorizo en chicharrilla, la sangre frita con cebolla, la tortilla de patatas que rallaba en lo sublime. Primeros platos como el arroz con conejo, el guisado de albóndigas al estilo de las bodas de Camacho, las celebres migas en feroz competición con las de tu abuelo, sumiller indiscutible con el que tuve el placer, que digo placer, el honor de compartir incontables copas de buen vino. Alguna vez que otra, no he podido evitar derramar alguna lágrima, sobre todo cuando tocaba el vino de pellejo.

¿Y los postres? Para "hacer pecar a un santo".Las crujientes flores de aceite, los etéreos pericones de Canena, las empanadillas de cabello de ángel y en ocasiones, sólo en ocasiones, las gachas de harina con picatostes y matalahúga, y el inolvidable pastelón. Y para terminar y provocar la envidia de los dioses, la aromática copita de risol, menos mal que la receta ha pasado a buenas manos. En la mesa donde se han degustado todos estos manjares yo sigo comiendo todos los días.

Yo no se a tí, pero a mí se me ha hecho la boca agua. A lo que íbamos. Efectivamente como bien dices en tu carta, en la granja había dos potrillos que se convirtieron en caballos y que se quedaron allí seguramente como premio a su bondad y nobleza. Has hecho muy bien en reprocharme que no fuese lo suficientemente espabilado para darme cuenta de que tenías una ilusión. Que fácil hubiese sido complacerte, deberías haberme insistido.

Efectivamente tienes toda la razón cuando me calificas de bastante presumido, y te has quedado corta, soy muy presumido, sobre todo cuando se trata de presumir de mis sobrinas. Presumo de la elegancia que acaricia la vista. Del toque de distinción que nunca permitiría la extravagancia. De tu personalidad tan particular. De la pulcritud a la hora de cuidar los detalles. De la discreción, justa y proporcionada al momento y a la ocasión. Presumo de la armonía de su figura y presumo del encanto que proporciona el saber vivir con gusto.

Pero si de algo presumo especialmente, es de tener en la familia una doctora de tu categoría. Tu afición tan desmesurada por la lectura cuando eras pequeña y tu capacidad para asimilar conocimiento, te hubiesen llevado a triunfar en cualquier profesión que hubieses escogido, pero tu calidad humana y el afán de estar siempre preocupada por los demás te hicieron decantarte por una de las profesiones más difíciles y seguramente la más gratificante. En mi caso me has devuelto la alegría las dos veces que te he necesitado. En realidad y aunque me digas que no, tú lo que haces es procurar la felicidad de tus pacientes. Bien es verdad que tienes que servirte de la ciencia, los medicamentos y en última instancia de la cirugía con la única finalidad de acabar con el dolor. Alguien dijo que "la felicidad es la ausencia del dolor".

Lo que más me ha agradado de tu carta es que después de treinta años recuerdes el olor a cuadra mezclada con el de la paja y la hierba recién cortada y de las horas que pasaste limpiando y acarreando estiércol.
Haciendo esas tareas es cuando uno aprende a amar a los caballos. Hacer estas tareas es una forma de compensarlos por haberles privado de su libertad. Hacer estas tareas es agradecerles todo lo que han hecho por el desarrollo de la humanidad. Realizar estas tareas te brinda una oportunidad única de acercarte, acariciarlo y ofrecerle tu amistad y es cuando este noble animal se impregnará de tu olor e irremediablemente se enamorará de ti, convirtiéndose en el gregario más fiel y en el más leal e infatigable compañero que no te olvidara jamás.

Es verdad que tengo un nuevo caballo. Se llama Áureo por que nació un día quince de mayo. Un quince de mayo también nació mi hermana Aurita.

Estoy seguro que Áureo me va a permitir devolverle la ilusión a una niña treinta años después.

Un beso muy fuerte de tu tío Pepe.

lunes, 31 de octubre de 2011

"Halloween" de hermanísima

Este post corresponde a la narración de mi hermanísima, mi trabajo se ha limitado a esta introducción y a un corta y pega:
 " Desde hace un par de semanas mi casa anda patas arriba con la celebración de Halloween. Para los más escépticos, tengo que decir en defensa de esta fiesta, que sus orígenes se remontan a la celebración que los celtas hacían para espantar a los malos espíritus que llegaban la noche del 31 de octubre (el comienzo de su invierno). La iglesia Católica intentó erradicar esta fiesta pagana poniendo el día 1 una cristiana: la fiesta de todos los Santos. El pueblo se negó a prescindir de sus ritos y decidió seguir celebrando la víspera de los santos como hasta entonces pero cambiándole el nombre: en vez de festival de Samhein (pronunciado so-win) pasó a llamarse Hallow’s eve (la víspera del día de los Santos) y la palabra fue evolucionando hasta nuestro Halloween actual.
Durante muchos años se celebró sólo en lugares puntuales como Irlanda y fueron los mismos irlandeses los que llevaron esta fiesta hasta América al emigrar allí por la hambruna de la patata de finales del XIX. Los americanos adaptaron la fiesta a su estilo de vida y ahora se celebra en todo el mundo y especialmente en mi urbanización que está plagada de pequeños monstruos y brujas desde las cinco de la tarde hasta que las madres les obligamos a entrar en casa.
Los preparativos comenzaron hace un par de semanas: hay que hacer invitaciones, sacar la caja de los disfraces para buscar el modelito, pensar a qué amigas se va a invitar y que no sean muchas, preparar las decoraciones, intentar que no se nos escapen nuestros planes delante de personas que no podemos/queremos invitar…La verdad es que en estos momentos me encantaría tener un chalet enorme para no dejar fuera a nadie pero la realidad es que nuestro piso de 87 metros cuadrado da para lo que da. Aún así han cabido nueve niñas y un niño que ha venido engañado y que no necesitaba disfraz para parecer un muerto viviente; pobrecillo, no le han dejado ni hablar.
El tema de la comida y caramelos, corre de mi cuenta: las pequeñas brujitas comen como si de enormes Trolls se tratara y me suponen una compra extra de guarrerías sin gluten que hace que los de Mercadona se froten las manos: cuatro pizzas, patatas, doritos, fanta y champín, caramelos, mantel y decoraciones todo en tonos negros y naranjas para ambientar la casa como corresponde. Por supuesto no pueden ir maquilladas de cualquier manera y el pelo tiene que llevar los mechones de colores a juego con el disfraz (los que se frotan las manos en este aspecto son los chinos de la tienda de abajo que se han quedado sin existencias de botecitos inflamables de colores inverosímiles).
Los vecinos también tienen su trocito de cielo ganado ya que se pasan toda la tarde aguantando pitidos de los telefonillos, timbres, carreras por las escaleras, gritos, chillidos de “truco o trato”, enfados y alguna que otra lágrima que las queridas amigas sueltan cuando le toca a otra llevar el control…mi marido tiene menos paciencia y se encierra en el salón con la tele bien alta y la puerta cerrada para que nada disturbe su descanso la víspera de un día sin curro ¡hombres!
Gracias a Dios, esta y otras fiestas como las Navidades, son sólo una vez al año y nuestra naturaleza humana debe de contar con algún tipo de gen protector de nuestro sistema nervioso que hace que se nos olviden antes de que comience la celebración de la siguiente. De todos modos y con todo mi cariño de maestra masoquista, os deseo a todos un ¡FELIZ HALLOWEEN!"

miércoles, 26 de octubre de 2011

De cabeza

Ayer, entre paciente y paciente, me tocó además abusar de mis amigas de otras especialidades para que viesen, previo aviso, a mi hermanísima y a mi sobrinísima.

A mi hermana le pusieron un tratamiento para sus migrañas a base de Botox. Es la segunda vez que la infiltran y ya, desde la primera, quedó convencida de que ponerse esa toxina con fines estéticos roza el masoquismo. Su uso medicinal presenta algunas pegas añadidas. Para empezar, no se puede escoger el lugar donde sería deseable eliminar alguna pequeña arruga, sino que deber inyectarse, sin más remedio, en los puntos gatillos. Esto puede suponer que se termine sin casi poder abrir los párpados y con las cejas más caídas de lo que la vanidad personal desearía. Tanto pinchazo le produce a una complejo de acerico. Nada más cierto que el dicho de que para presumir hay que sufrir, aunque en este caso la elección esté entre la cefalea y la belleza. Para colmo, entre los efectos secundarios, está precisamente la misma jaqueca que se trata de evitar, aunque de forma única y transitoria. Claro que no todo iban a ser desventajas, además de prevenir las migrañas durante 4 meses, también es cierto que la frente termina tan lisa como la de un bebé.

Después de someterse al doloroso tratamiento, le tocó arrastrar de su cuerpo para ir a saludar a mi siguiente amiga. En este caso la paciente era mi sobrina y, la que tuvo que armarse de paciencia para sobrellevar su lamentable estado, fue mi hermana en su papel de madre. La chiquilla en sí no dio ni medio problema aunque tampoco se puede decir que disfrutase de la visita. En la familia, todos tenemos claro que nunca escogerá una profesión relacionada con la Sanidad (la única tarada en ese sentido parece haber sido una menda). Es su asiduidad a los hospitales desde su más tierna infancia la que ha conseguido que, finalmente, les haya perdido el miedo a las batas blancas. Aún recuerdo cuando, a los dos años de edad, hubo que operarla de adenoides. Su hermana pequeña no tenía ni un mes de edad y, la pobre chiquilla, al ver que los adultos eramos inmunes a sus llantos y ruegos, decidió recurrir al bebé en busca de auxilio. Entre penosas llamadas a su hermana, entró al quirófano por primera vez . En la cirugía de amígdalas ya fueron las dos juntas y, cuando hubo que ponerles drenajes en los oídos, también. Debían de encontrarse menos desamparadas de esa manera.

viernes, 21 de octubre de 2011

BIZCOCHO DE CANENA

Cuando era pequeña, una de las cosas que había que hacer en las vacaciones era acompañar a mi madre a su visita a Canena, el pueblo de mi abuela. El emplazamiento es muy bonito, rodeado de olivos, en la falda de una colina, con un castillo, aún en uso, coronando su cima. Tiene dos mil habitantes y, de ellos, unos mil novecientos deben de ser familia mía (sinceramente no sé de dónde han salido los cien restantes). 

Por supuesto, para que nadie se ofendiera por omisión, era obligado visitar a los dos mil. También resultaba ineludible tomar algo del aperitivo o de la merienda, en función de la hora, con los que te agasajaban en cada casa. Siempre he tenido buen diente y, un estómago insondable aunque, con los años, se ha vuelto más delicado. Sin necesidad de ayunar previamente, tan sólo el estímulo de imaginar aquellos manjares era suficiente preparación, empezaba la turné con apetito y me relamía, primero con anticipación y después con deleite, con las especialidades de cada hogar. Una de ellas era la "magdalena", como la llamaban por allí, que consistía en una plancha de delicioso bizcocho del que, recientemente, he conseguido la receta. Aún recuerdo una de esas tardes en las que empecé la visita con gazuza y me tomé tres pedazos de aquel bollo en la primera casa, demostrando con ello una falta absoluta tanto de moderación como de previsión. Casa tras casa nos fueron obsequiando con nuevos tentempiés, la mayoría en forma de la susodicha magdalena, aunque también probamos pericones y rosquillas. Tras haberme tomado cerca de una docena de aquellos generosos trozos, en una de las últimas visitas que realizamos, nos ofrecieron un poco de pan de pueblo con Tulipán (que, por aquel entonces, era algo novedoso, especialmente por esos lares). No pude darle más que un bocado y me pareció un mejunje incomible. Desde entonces, no he vuelto a probar esa marca. Pero la famosa magdalena que preparó, no hace mucho, uno de mis tíos en una reunión familiar, según la receta original, sigue siendo mi favorita. En la mencionada celebración, el resto tuvo que darse prisa para catarla ya que, al hecho de llevar años saboreando nada más que su recuerdo, se sumó el de que me pillase en muy buena posición en la mesa. 
Aquí dejo la receta:  

BIZCOCHO-MAGDALENA  DE CANENA

Ingredientes
3 huevos
100 gr azúcar
50 gr harina
ralladura limón
2 cucharadas aceite desahumado (de oliva, lógicamente, que para algo es oriundo de Jaén)

Elaboración
Separar claras y yemas. 
Batir las yemas con el azúcar.
Añadir la harina y la ralladura limón. A continuación mezclar el aceite.
Por último, juntar las claras montadas a punto de nieve con instrumentos que no sean de metal y con movimientos suaves (para evitar que bajen).
Verter en un molde engrasado.
Cocer en horno precalentado a unos 190-200º aprox 30 min (pinchar para comprobar que sale limpio)

viernes, 14 de octubre de 2011

Entregarse al placer de la lectura

En el verano de mis cuatro años, mi padre decidió que era el momento de enseñarme a leer. ¡No podía tolerarse que la niña llegase a párvulos sin saber la cartilla! Sin armarse previamente de paciencia, ¿qué era eso? ¿una cualidad? ¡tonterías de los psicólogos modernos!, se entregó a ello. Así que, con sus propias teorías sobre pedagogía infantil, consiguió que no se me olvidasen ni sus enseñanzas, ni sus métodos.¡Cuántos maestros aspiran a obtener resultados de esa índole! A la hora de la siesta linarense, con 50º al sol y 45º a la sombra, subíamos al cuarto del fondo del piso de arriba de la granja para impartirme la lección. Aún no me explico la razón de que fuese mi hermana y no yo la que le cogiese miedo a esa planta. Sin aire acondicionado ni ventilador, sudábamos tinta sobre la cartilla. La mayoría de los días aquello acababa como el rosario de la aurora. Entre el sudor y las lágrimas debí de terminar muchas tardes al borde de la deshidratación. Al terminar de verano leía de corrido, no ya las cinco cartillas sino cualquier libro de lectura que me pusieran delante, ya fuese con o sin dibujos. Me había convertido en una adicta. Podía haberlo aborrecido, porque eso de que la virtud está en el término medio nunca ha cuajado bien con mi carácter. Claro que, después de todo el esfuerzo, una vez cogido el tranquillo a las letras, consideré que aficionarme a ellas era una postura más inteligente que tirar el trabajo por la borda. Aunque el proceso fue duro, mereció la pena y es una de las cosas que más le agradezco a mi padre.

Cuando llegué al colegio descubrí que el resto de mis compañeros estaban lejos de mi nivel. La mayoría ni siquiera sabía aún las consonantes. Por desgracia, no fui capaz de lucir mis conocimientos porque la profesora, tras verificar que lo que afirmaba mi padre era cierto, para mi gran desesperación, no me preguntó jamás en clase. Menos mal que me dio el libro de lectura de los de 1º de EGB para que me entretuviese mientras tanto.

Cuando llegó el turno de mi hermanísima de aprender a leer las cosas cambiaron. Con el éxito que había obtenido con su método piloto conmigo no entiendo por qué decidió experimentar con un nuevo sistema. Aunque creo que la opinión de mi madre tuvo algo que ver en ello, también lo achaco a la diferencia de fechas de cumpleaños: el mío es en Mayo y, por lo tanto, dispuso de todo el verano para enseñarme. El de ella es en Octubre así que le pillaría con el curso empezado. Tampoco lo hizo a los cuatro años sino que se esperó a cuando indicaba el programa escolar. En lugar de ejercer de instructor principal, se convirtió en profesor de apoyo, a domicilio, y la cartilla fue sustituida por un juego de cartas, sin mucha gracia. Pese a ello, no se puede decir que mi hermana disfrutase de aquellos esfuerzos docentes.

Poco después, mi progenitor decidió que era un momento ideal para sumergirme en lecturas más serias así que, con ocho añitos, me entregó una versión comentada del Quijote en unos doce tomos que, lógicamente, me resultó aburridísima. Los comentarios no estaban pensados para niños sino para lingüistas y, por cada palabra del texto de Cervantes, había un párrafo dedicado a su análisis. Por supuesto, yo me leía todo seguido, con lo que era imposible seguir el hilo de la historia y, menos aún, el de las notas a pie de página. Tras terminar el primer tomo de aquel Quijote (unos 6 ú 8 ejemplares) desistí y conseguí evitar los correspondientes al segundo. A partir de entonces, también procuré eludir cualquier nueva recomendación de mi padre y, muchas de aquellas amenazas con título de libros, entre las que destacaba como gran favorita "Los papeles póstumos del club Pickwick", me los leí a posteriori y me encantaron. El que aún no se haya leído esa obra de Dickens le recomiendo que lo haga. Mi padre tenía razón: es inteligente y divertidísima.

Alexander Deineka
Pese a aquello, me aficioné a la lectura de tal modo que todos en mi familia me conocían por el mote de "tragalibros". Me llevaba el libro a la mesa, leía por la calle de camino al colegio, en el recreo si me dejaban y, en los cumpleaños de mis amigas, miraba las estanterías y pedía permiso para leerme alguna de aquellas novedades. Encargaba libros como regalo en Navidades, los que yo quería y no los que decía mi padre y, en vacaciones, devoraba lo que pillaba en casa de mis abuelos tanto de un lado como del otro. En la granja había muchos libros sobre la cría de gallinas que eran incluso peores que aquel Quijote pero, afortundamente, en casa de mis tíos disponía de una variedad de obras suficiente como para surtirme durante aquellas temporadas. Me sentaba debajo de la palmera y, allí me encontraban las visitas familiares al llegar, enfrascada en la historia de turno mientras mis primos gritaban a mi alrededor como una tribu de indios en pie de guerra.

En la casa de mis abuelos paternos había una colección de obras clásicas que fui escogiendo una por una. Empecé por La Dama de las Camelias y, luego, el resto me resultó algo decepcionante. No estaban mal pero ninguna me gustó tanto como la de Dumas.

El descubrimiento del Kindle, al que tontamente me resistí una temporada al pensar que perdería el encanto del papel cuando, en realidad, la principal atracción está en el texto, ha sido providencial. Gracias a él, y a Internet, tengo acceso a un montón de obras clásicas e incluso descatalogadas de forma gratuita y en su idioma original (otro aliciente siempre que se trate de español, inglés o francés): Austen, Wilde, Trollope, Dickens, L.M. Montgomery, Shakespeare, Cervantes, Verne entre otros muchos del millón de obras de la página de Gutenberg.org sin contar con la posibilidad de investigar autores que desconocía (ahora estoy con Ada Leverson). Siguen sin caberme los libros en casa y sigo comprando en papel (porque muchos no están en ebook o son más caros que la versión en bolsillo). Pienso en llevarlos a una biblioteca pero me resisto a separarme de muchos de ellos pese a tenerlos también en formato electrónico. Hago el propósito y me falla la voluntad para llevarlo a cabo. ¡Seguiré intentándolo!
Hughes-Arthur, The Compleat Angler