jueves, 28 de junio de 2012

Feliz cumpleaños Tato

Cuando nació mi primo, mis tíos no dudaron a la hora de ponerle el nombre. El motivo que adujeron para su elección final fue que querían que fuese tan guapo como su primo y tan bueno como su tío. Ya por aquel entonces, el nombre escogido era uno de mis favoritos, sin necesidad de pretextos. Claro que las razones esgrimidas tenían su peso en mi parcialidad, y la bondad de nuestro tío influía en gran medida en mi predilección.

El chiquillo fue efectivamente guapo y, en lo referente a bueno, sus travesuras le hicieron digno merecedor del título de "buena" pieza,  aunque no creo que mis tíos hubiesen pretendido incluir en sus designios ningún apellido. En su descargo se puede añadir que también era muy hacendoso. Tanto que, de pequeño, quería ser barrendero. Las escobas, esas de las que yo huía, y con las que la tita Mercedes me perseguía para que dejase el libro y limpiase el pasillo, eran el juguete favorito de mi primo, que incluso llegó a tener una propia, de juguete. Por mí podía barrer todo lo que quisiera, y en un alarde de generosidad, le regalaba también la parte que me correspondía del pasillo para que la cepillase a satisfacción. Indiscutiblemente, la limpieza urbana ejercía un extraño poder sobre él ya que otra de sus profesiones fetiche era la de basurero, por la admiración que le despertaban los camiones de basura. Supongo que su madre no se encontró nunca en la tesitura de tener que pedirle que ordenara su habitación. Si, paradojas del destino, la desordenaba en alguna ocasión, seguro que era para jugar a recogerla de nuevo.

Amos Sewell
Esas vocaciones no eran la única muestra de las ideas peregrinas del niño. En estrecha cooperación con su hermano y su primo se inventaban un montón de historias cómicas que representaban para el resto en las funciones familiares. Un segundo pase era obligado, e incluso un tercero, porque con las carcajadas de todos apenas nos enterábamos de la mitad de los chistes. Perderse el final, por no poder oírlo, era lo habitual.

Su trabajo le ha llevado a conducir grandes vehículos, incluso mayores que los que él tanto admiraba, y a recorrer con ellos distancias que le alejan con frecuencia de su familia. Deseo que esta vez le permitan celebrar su cumpleaños entre los suyos y que, por supuesto, no se olvide de quien manda en su día.

¡MUCHAS FELICIDADES!

martes, 26 de junio de 2012

La conquista de las moreras


Las moreras de la Granja eran inaccesibles, ni siquiera en equilibrio precario sobre la barra del larguero de los columpios, que se encontraban justo debajo, conseguíamos rozar sus ramas. Solamente al columpiarnos hasta que temblaban las cadenas de las que colgaban los asientos, y estirándonos hasta casi caernos de estos, conseguíamos arañar con los pies las puntas de las hojas de los extremos de las ramas más bajas. Las moras que caían al suelo, de color blanco y sabor dulce, eran exquisitas, motivo por el que todas las primas deseábamos trepar por el tronco hasta alcanzarlas y evitar así el tener que consumirlas del suelo, sucias y, como poco, algo aplastadas. Conquistar aquellos árboles le habría grajeado al autor de la proeza la admiración del resto de la primada. Sin embargo, su tronco recto, su gruesa corteza, rasposa y sin nudos, y su elevada altura les conferían un carácter aún más inexpugnable que la cumbre del mismísimo Everest, al menos sin un buen equipo de escalada. No obstante, la tentación del reto era demasiado fuerte como para dejarlo pasar y, de vez en cuando, preparábamos un plan de ataque. Todos fallidos.

Las moreras habrían permanecido en su estado virgen de no haber sido por Sole y Pal. Ambas, unidas en un temible equipo, consiguieron vencerlas en una única ocasión, que no se publicitó ni se repitió por motivos que desvelo a continuación. Para llevar a cabo la hazaña se hicieron con unas puntas largas (y oxidadas) que encontraron entre el viejo material de reparación de los gallineros. Se agenciaron un martillo y se dedicaron a clavar las puntas en el tronco de uno de los árboles, a modo de escalera. Pal, que siempre ha sido ágil, menuda y ligera, fue la encargada de subir a recoger los ansiados frutos. El problema es que, según ascendía por aquella improvisada escala y añadía escalones a la misma, los previos cedían bajo su peso, doblándose casi por completo con el impulso entre uno y otro. Sole, desde abajo, era testigo del problema pero le apetecían las moras limpias y enteras, y se calló, total la otra ya andaba a medio camino ¿qué más daba que tirase para arriba o para abajo? Pal llegó a las primeras ramas, y avanzó por ellas hasta hacerse con el ansiado fruto, que encestaba en una bolsa que controlaba su compinche desde abajo. Cuando ya disponían de un buen alijo, llegó el momento de bajar. Ahí, la trepadora se dio cuenta del problema al que se enfrentaba: el árbol era muy alto y, por mucho ángel que tuviese, carecía de alas. Sole, con toda la confianza del mundo, la animaba desde el suelo: "lánzate que yo te cojo". Pese a la seguridad que transmitía su voz, la otra valoraba el panorama desde su elevada posición y no estaba dispuesta a dejarse caer encima de su prima, fuerte, sí, pero de sólo 8 años. Los dos años escasos de diferencia entre ambas le proporcionaban a la "adulta" la madurez suficiente como para darse cuenta del riesgo. Sole buscó una solución. Se subió a la barra de los columpios y le dijo a Paloma que avanzase por la rama. Ni siquiera así consiguió la pájara acercarse lo suficiente. En vista de que no le quedaba otra opción, Sole fue al granero a buscar la escalera de hierro de mi abuelo, para descubrir, no sin desmayo, que no era capaz de cargar con ella. Finalmente, decidió arrostrar las consecuencias, y el inevitable castigo, y recurrir a su padre. Cuando mi tío respondió a la llamada, inicialmente vio tan sólo a su hija y le preguntó cual era el problema. Paloma, haciendo honor a su nombre, le saludó desde una de las ramas:


"¡Hola tito, estoy aquí!".
Mi pobre tío levantó la cabeza, y pese a estar habituado a hacer frente a todo tipo de ocurrencias infantiles, no pudo evitar dar un respingo.
"¿Qué haces ahí subida?"- preguntó.
"Coger moras"- le respondió su sobrina con una lógica incuestionable.
"¡Baja ahora mismo!"- le ordenó.
"No puedo, se han doblado las puntas"- pió la otra desde la rama. - "¡Estoy atrapada! ¡Ayúdame!".

Sin esperar más explicaciones y llamándolas idiotas hasta en arameo, varias veces seguidas, mi tío agarró la pesada escalera del granero y la apoyó en el tronco para que la chiquilla pudiese, por fin, descender por ella.

El susto del incidente no se consideró suficiente escarmiento y las dos niñas pagaron su expedición con varias semanas de castigo. Después de aquella aventura se explica el que ningún otro primo intentase copiar la heroica hazaña.

domingo, 24 de junio de 2012

Un premio por San Juan

Los ritos de San Juan se remontan a épocas paganas en los que lo que se celebraba era el solsticio de verano (curiosamente en el hemisferio sur se celebra en la misma fecha y coincide, por tanto, con el de invierno). Las tradicionales hogueras nocturnas cumplirían la doble misión de fortalecer al sol, ya que a partir de esta fecha los días se hacen más cortos , además de poseer la función simbólica de purificar al que las contempla en una ceremonia de renovación.

Este año hay que añadirle un triple motivo al festejo, mucho más importante que los ya expuestos. Se trata del premio al precioso trabajo presentado por nuestro Juan para la Feria de Linares.

¡Felicidades a todos los Juanes y Juanas, y muy especialmente a nuestro Juanillo!

PS: El resumen de la Noticia del Diario Jaén:

El jurado ha deliberado que el cartel anunciador de la próxima Feria de Linares será el propuesto por Antonio del Arco y Juan Esteban Díaz.

“Lo que desde el jurado buscamos, año tras año, es que sea un cartel representativo de la Feria de San Agustín y de la ciudad. Y este lo consigue”, explicó la concejal de Festejos. En su obra se recogen las principales señas identificativas de la ciudad. El trabajo muestra la Fuente del Pisar y el paisaje minero, además del edificio de El Pósito, que, según la edil, “da el toque de actualidad”. “Es alegre y bonito, desde el punto de vista estético, y transmite, además de optimismo, una buena imagen de Linares".

En palabras del artista: "Partimos de los colores de la bandera linarense e incluimos elementos mineros, el olivar, el ferial y la parte más histórica. Todo enmarcado en la guitarra de Andrés Segovia, que supone el nexo de unión"

¡Felicidades por el merecidísimo premio! Es la recompensa al talento, el tesón y el esfuerzo. 

jueves, 21 de junio de 2012

¡FELICIDADES OSQUITAR!

Mi sobrino Osquitar es un cielo. Es uno de esos niños buenos por naturaleza. Extremadamente listo, pese a cumplir nada más que 6 años, ya sabe cómo debe de comportarse y es en extremo responsable. Le encanta leer. Se puede pasar horas tranquilo enfrascado en su libro. Le gustaba incluso cuando era tan pequeño que aún no había aprendido las letras. Con su gran memoria, era capaz de recordar, palabra por palabra, las historias que le contaban sus padres. Bastaba con una simple lectura. Más tarde, incluso semanas después, cogía el libro por su cuenta y mientras pasaba las páginas del cuento en cuestión repetía las frases en voz alta, ¡sin equivocarse en ninguna!

Siempre ha hecho gala de su curiosidad por los detalles. Cuando empezó a ir al colegio, recogía las hojas caídas que encontraba  por el camino y las clasificaba cuidadosamente para ponerlas en una colección. No es lo único que organiza. Ya sabe perfectamente cómo debe celebrarse un cumpleaños, incluso el de su madre: además de la tarta es imprescindible la piñata (y repartir con todos las chuches correspondientes). Comprueba que los mayores tengan champán para brindar, y que él y su hermana dispongan de algún sucedáneo azucarado y con burbujas para hacer lo propio.

Adora a sus padres y desea que se sientan orgullosos de él. Como el Capitán es cinturón negro, quiso imitarle y empezó a dar clases de kárate. El día anterior a las exhibiciones le preocupa la posibilidad de equivocarse y de dejar en mal lugar a sus compañeros. Como recompensa a su esfuerzo, es el merecidísimo campeón de la carrera de los chupetines. Se ha graduado de Educación Infantil con el Premio al más trabajador.

Además de su increíble madurez y su sentido de la responsabilidad, es guapo, cariñoso y atento. Nunca se escaquea de los saludos y besa a todos sin poner nunca un mal gesto. Debe de pensar que con la guerra que da su preciosa hermana basta y sobra para toda su familia.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES OSQUITAR!

miércoles, 20 de junio de 2012

¡FELICIDADES PAPÁ!

American Woman Cover by Katharine R. Wireman
Mi padre cree que soy la que mejor le comprende de mis hermanos. Puede que así sea, porque, entre otras cosas, nos parecemos bastante. Los dos tenemos una mentalidad algo quijotesca, un sentido del humor sarcástico que no todo el mundo comparte, una idea del significado de la puntualidad muy alejada, sobre todo temporalmente, a la del resto de la familia (en especial los de primer grado), y una carencia absoluta tanto de paciencia como de diplomacia. Esta ristra de cualidades no siempre son populares en el entorno cotidiano, especialmente laboral. Para evitar la frustración, mi padre ha escogido como método de adaptación el nomadismo. Mi hermanita es la que más ha heredado esa inclinación a viajar aunque, a diferencia del progenitor, en su caso va unida a la cualidad materna de adaptarse con facilidad a cualquier entorno. En los inicios de su matrimonio, la Señora se apuntó también a ese estilo de vida, hasta que llegó el momento en el que mudarse con regularidad con cuatro niños a cuestas dejó de parecerle un plan de vida idóneo y se asentó en un punto fijo, aunque eso no significa que esté obligada a permanecer en él durante muchas horas seguidas, salvo para dormir.

Decir que el Señor es inteligente es quedarse corta, en lo suyo es realmente brillante. Su mente le hace socialmente interesante, pero no le convierte en objeto de admiración y respeto. Son pocos los que tienen la cabeza tan bien amueblada como para llevar bien el sentirse superados académicamente y, por desgracia, para cuando mi progenitor se da cuenta de la tensión generada, la situación ya se encuentra en un punto sin retorno. Emociones y sabiduría no suelen ir a la par sino que es frecuente que el exceso de una se equilibre con el defecto de la otra, y viceversa. Hace gala de una gran inquietud por lo que, además de su dedicación a la lingüística y los idiomas, que le han resultado más que útiles en sus periplos por el mundo, siempre le han interesado las ciencias, la historia, la arqueología y la informática. En este último caso puede llevar a la desesperación a cuñadísimo, que ha sido erigido en encargado de arreglar algunos de sus desaguisados. Dado que, como he comentado al principio, el Señor carece de cualquier atisbo de paciencia, ayer le parece tarde para arreglar los problemas de mañana. Esto hace que, durante sus visitas, el sufrido cuñado sea secuestrado en medio de las reuniones familiares, antes y después de la comida, que el momento delante del plato es sagrado, para que le solucione algún problema del dichoso ordenador.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES PAPÁ!

lunes, 18 de junio de 2012

Cuentacuentos

Amelia Jane Murray
Cuando eramos pequeñas, durante las vacaciones, mi padre se encargaba a la hora de la siesta de entretenernos a hermanísima y a mí. Para lograrlo, nos hacía trucos de magia y nos contaba cuentos. Debo reconocer que sus dotes como mago dejaban mucho que desear. Su gran prodigio consistía en esconder una moneda entre los pliegues de una servilleta, doblada en cuartos, hacer unos pases circulares por encima mientras musitaba un mágico Abracadabra y soplar antes destaparla de nuevo. ¡Oh, sorpresa! ¡La moneda había desaparecido! Incluso yo, a mis tres años, fui capaz de descubrir su truco e incluso reproducirlo. Claro que él consiguió engañarnos y dejarnos con la boca abierta a hermanísima y a mí en, al menos, un par de sesiones de su espectáculo. Yo no gocé del mismo éxito. Creo que conseguí asombrar a hermanísima  pero ninguna otra víctima mordió el anzuelo. Todos, con gran sabiduría, revelaban el doblez correcto en el que estaba la moneda y yo, tras devolversela a su propietario, me marchaba del escenario arrastrando la servilleta en una mano, llena de frustración.

La verdad es que la magia era entretenida, pero con lo que verdaderamente disfrutaba era con los cuentos de mi padre. Al escuchar el crujido de las hojas según se acercaban sus pasos por el pasillo, mientras se dirigía hacia nuestra habitación, me estremecía con la ilusión de su contenido. Confirmar cuando entraba que, efectivamente, no me había imaginado aquel sonido y llevaba las anheladas páginas en la mano, me hacía sentirme inmensamente feliz. Eran historias maravillosas, escritas por él en unos folios finos, casi de papel de seda, con una estilográfica negra intocable y, cuyo simple aspecto me resultaba fascinante. Con mi impaciencia habitual deseaba ser capaz de leer por mi misma aquellos signos y sumirme a capricho y en profundidad en el mundo de aquellos relatos. Cuando aprendí la cartilla descubrí con desilusión que los manuscritos de mi padre aún quedaban lejos de resultar descifrables por mis capacidades, al igual que por los de una buena parte de la humanidad alfabetizada. Aquellos pequeños garabatos que poblaban sus páginas con infinidad de líneas finas y apretadas, hechas de palabras de trazos continuos, eran en realidad poco más que jeroglíficos. El problema radicaba en que ni los egipcios habrían sido capaz de descodificarlos sin entrenamiento previo.

Afortunadamente su autor comprendía su propia letra sin problemas y nos narraba de corrido aquellos relatos que recuerdo como sencillamente fascinantes. Por desgracia, nuestro particular cuentacuentos era inmune a nuestros elogios y, aún más, a nuestras peticiones de repetición. Los niños repasan las cosas que les gustan hasta la extenuación de los adultos y, de es modo, consiguen aprendérselas de memoria. Una única lectura bastaba para satisfacer mi curiosidad por los eventos de la narración, pero habría necesitado una segunda para, algo más calmada, ser capaz de retener su argumento. Lo que perdura imborrable en mi memoria es la alegría exultante de aquellos ratos.

Mi padre lo guarda todo, incluso nuestras notas y las fichas de la guardería. Por eso tengo la esperanza de que, algún día, recupere esas historias. La triste realidad es que ni siquiera él sabe dónde andan metidas, traspapeladas tras casi 40 años y varias mudanzas. ¡Sniff!

domingo, 17 de junio de 2012

CRÓNICA DE UNA BODA ESPERADA

Lugar: Ermita de Nuestra Señora de Linarejos
Temperatura: casi 40ºC de calor seco.

¿Por qué hay tantos hombres enfundados en un chaqué sudando a la gota gorda? ¿Por qué las mujeres llevan plumas, flores y vaporosos chales? ¿Por qué están todos tan impacientes como elegantes?¿Qué sucede?

Se acerca un coche. Se detiene a pocos pasos. Todos callan y lo observan con atención. No es un vehículo cualquiera, se trata de un espectacular Aston Martin del que se baja el mismísimo 007. Al verle, nadie corre a protegerse, sino que se acercan con los brazos abiertos hacia el peligroso espía. Bond sonríe y saluda a todos con el encanto pícaro que le caracteriza... y le delata. ¡Es Titón! Parece el protagonista de la película, pero no. También él se queda delante de la explanada de la iglesia a esperar. Mira la carretera, pendiente de los coches que llegan, no sea que se le escape el que busca.

Llega más gente, todos lucen sus mejores galas. Hablan unos con otros, sin perder de vista la carretera. Ahora lo que se acerca un Mercedes. ¡Es el que todos esperan! Lo adornan lazos y flores, y para hacer sentir su presencia toca el claxon según se aproxima a la ermita. En su interior viaja una preciosa princesa vestida de blanco y envuelta en un velo de encaje que saluda a su público con la delicadeza de una reina ¡Es una boda! ¡Qué guapa y feliz está la novia! Los presentes persiguen su vehículo con la mirada, y con los pies. Pasa de largo. Confusos, corren tras ella. Se marcha ¡La han perdido! ¡Ah, no! Ahí regresa de nuevo, se oye el sonido del claxon antes de doblar la esquina y reaparecer. Es la señal para que todos se resguarden del calor en el "cálido" interior de la ermita.

Dentro de la capilla la temperatura es incluso más elevada que en el exterior. Los abanicos trabajan sin parar. Los bancos de delante son los únicos ocupados. El resto está vacío. Los invitados buscan una inexistente corriente de aire en la que refrescarse. En la parte de atrás, sin bancos, se amontonan los espectadores. La curiosidad vence al calor. Tienen todos tantas ganas de ver a la novia que no quieren moverse de ahí y bloquean la gran puerta de acceso. Mientras la sonriente princesa baja del coche y se coloca el vestido, la cola y el velo, los invitados se besan, conversan y tratan de ponerse al día en un minuto, y desviar con el bullicio la atención sobre el calor que transforma la iglesia en una improvisada sauna.

La novia consigue entrar, casi ha tenido que colarse por un hueco. Suena la música de "Juego de Tronos". Entre susurros y comentarios de admiración avanza por el pasillo. Mira a los lados, emocionada. Es guapísima y está radiante. Irradia dulzura, cariño y simpatía. Brilla con luz propia. Sonríe y con ese gesto tan suyo, resplandece. El vestido es sencillo, elegante y precioso, como ella. Del cabello negro recogido sale una mantilla blanca de blonda que la transforma en la princesa de cuento del día. Su príncipe azul, que nunca fue rana, le espera feliz y emocionado, delante del altar.

La ceremonia del enlace de los novios da comienzo entre el rítmico aleteo de los abanicos, y los acordes y desacordes del coro. Pasti sube al púlpito. Es la primera en hablar y lo hace sobre su infancia. Durante esa época se convirtió en la sombra encargada de vigilar a su travieso hermano. Con aquella supervisión sus padres pretendían influir en el niño y conseguir que se portase bien. El plan fue un estrepitoso fracaso. El ocurrente chiquillo se las ingeniaba para que cualquier ingenuo que estuviese a mano, colaborase en sus barrabasadas. A continuación Pasti le cedió la palabra a Posti. Éste se inspiró en los tradicionales poemas de brindis del abuelo Andrés para dedicarles una versión adaptada a los novios. Lo hizo al más puro estilo del abuelo, y para lograrlo revisó antiguos vídeos y estudió la entonación y las pausas que les daba a sus palabras. Fue precioso, nostálgico y muy emotivo. Yoladina y el Gris no sólo les aconsejaron con su sabiduría, sino que también les agradecieron el hecho de haber compartido su idilio con todos los presentes. Antes de terminar, Titón leyó sus votos: habló de la familia y echó la vista atrás, y se remontó a los inicios de su relación: desde su comienzo en un viaje del Instituto, hasta los momentos más duros que han sobrellevado juntos y sin flaquear durante estos 10 años. Hacía cada vez más calor, pero más importante que la temperatura, y lo que contribuía a hacerla llevadera, era la calidez que arropaba a los contrayentes, el amor con el que se miraban y el cariño de todos los que éramos testigos de su unión.

Una vez declarados marido y mujer, le llegó el turno a las felicitaciones y a las fotos con la pareja. Todos deseaban retratarse con los nuevos esposos. El pobre párroco se vio finalmente obligado a echarnos de allí para poder oficiar su misa habitual de la tarde del sábado. Fue le excusa perfecta para empezar a celebrarlo a lo grande. Estábamos al borde de la deshidratación y era imprescindible reponer líquidos. La comitiva nupcial se dirigió en pleno a la cercana Hacienda El Campero. Por el camino, los fotógrafos raptaron a los novios mientras que a los invitados, en el jardín, nos servían unos estupendos aperitivos para entretener la espera. Cuando el nuevo matrimonio fue liberado de las tareas de inmortalización, brindamos y pasamos a las mesas y nos sentamos (¡los tacones cayeron debajo de los manteles y los torturados pies gritaron al unísono ¡al fin! ). Disfrutamos de más aperitivos, a los que siguió una mariscada fresca y deliciosa. Entremedias un sorbete de limón que incluso a mí me gustó (y nunca lo hace, pero éste me recordaba a un lemoncello suave), y como plato fuerte (no fuese alguien a quedarse con hambre): una paletilla de cabrito en su punto, muy jugosa y con la carne muy blanca.

¡Quedaban los postres! Entre recoger, montar el armazón en el que colocar la tarta, el ritual de cortar cada piso con la espada de rigor, los brindis, los ¡Vivan los novios! y los numerosos ¡Qué se besen! (para lo que no se hicieron los remolones) pudo bajar la comida lo suficiente como para hacerle un hueco a la estupenda tarta milhojas que recordaba a los pasteles alemanes de Hojaldres Moreno que tanto me gustan. ¡Riquísima! La acompañaba una tulipa con helado que se agradecía con el calor aquel, aunque hacia el final de la cena la temperatura mejoró ligeramente.

Tras la cena, cantamos, sin dar una nota a derechas, unas sevillanas compuestas por el Fernández, con gracia, salero y mucho cariño. Tras aquel intento que confirmó que nadie de la familia ha sido llamado al bel canto, empezó la barra libre. Para lubricar las gargantas con algo más que alcohol, incluyeron una novedosa fuente de chocolate rodeada por bandejas de frutas, barquillos, nubes y profiteroles, que había que pinchar y sumergir en la cascada del chocolate fundido. Nadie podía comer más pero la curiosidad gastronómica, la estética y la atracción por el chocolate pudieron más y la fuente fue tomada al asedio por el numeroso grupo de golosos (entre los que me incluyo). Buenísimo aunque por desgracia poco digestivo. Un poco de baile ayudó a bajarlo y a recolocar las tripas con el movimiento.

Los nuevos esposos nos hicieron esperar antes de animarse a bailar ellos. Su actuación estelar fue otro momento memorable. Empezaron con una canción empalagosa, lenta, de las de baile de instituto. Se oyó un “ring-ring” ¡llamaban a la puerta! ¿Quién sería? Pues ni más ni menos que Posti con un sombrero y un CD para que cambiasen la música de dormir a las moscas y en su lugar dar paso a ¡Michael Jackson! Titón se calzó el sombrero y se transformó en Jacko: su imitación del estilo del artista nos dejó a todos pegados en el sitio con la boca abierta. La novia se unió a él, con el inconveniente de la cola de la falda (el artista nunca tuvo que lidiar con una traje similar y no habría salido tan airoso del trance). Un nuevo “Ring” les obligó a detenerse. De nuevo Posti, en esta ocasión con un sombrero blanco y más Michael. Pompidulp se colocó el sombrero y ambos se transformaron en Smooth Criminals. Lanzaron el gorro y comenzaron unos acordes tenebrosos, con risas de espectros. La representación que hicieron de Thriller fue antológica.

El baile continuó y nos recogimos casi a las 5 de la mañana mientras los más jóvenes seguían, inasequibles a la fatiga y al desaliento, hasta que les echaron a las 6. ¡Fue una boda entrañable, divertida y preciosa!

sábado, 16 de junio de 2012

¡Ha llegado el Menino!

Klimt

Tal y como estaba previsto, el esperado pequeñín puso todo de su parte para estar presente en la boda. Hermanita se despertó con contracciones y todo evolucionó rápidamente. El parto duró apenas 5 horas, el invitado del día tenía prisa por salir, no fuese a llegar tarde. Lástima que circunstancias ajenas a su voluntad le hayan retenido al otro lado del charco y le impidieran presentase a la ceremonia del enlace. No obstante seguro que cuando crezca encontrará a muchos voluntarios dispuestos a contarle todo lo que sucedió el día de su nacimiento.

Hermanita, cuñadito y su pequeño príncipe están bien, aunque el chiquitín está en la Unidad de Neonatos, por precaución.

¡Uno más para la familia! Muchos besos a todos y un millón de abrazos.

martes, 12 de junio de 2012

Medias naranjas

Una de mis amigas, bajo los efectos de la decepción y el desánimo que acompañan a una ruptura, me comentó que a su media naranja la habían exprimido para hacer zumo. Posteriormente, descubrí que esa expresión es de uso común, pero aquella fue la primera ocasión en la que la escuché.

La verdad es que suele resultar complicado dar con la pareja ideal. Las relaciones son tan dispares que, además de naranjas, una se encuentra con una auténtica macedonia en la que se incluyen algunas frutas de lo más exóticas e incluso raras especies que se pensaba extinguidas.

Son múltiples los factores que influyen en la facilidad para hallar a la mitad complementaria y además estos varían en cada época de la vida. Es frecuente que a la mayoría de las adolescentes les guste el "guapo" de turno, y viceversa. No era mi caso: si el guapo era un hermoso melón, perdía todo el atractivo para mí. Una competidora menos a la hora de ir a la caza de sus sonrisas. Eso de adorar todo el día la bonita y hueca cabeza de uno, con el que no se podían cruzar más de dos palabras interesantes, y eso si tenía un día inspirado, no estaba hecho para mí. Tampoco creo que el guapo en cuestión lamentase demasiado mi falta de admiración.

La sociabilidad de mis hermanas en lo que respecta a tipo de cuestiones era una gran baza a su favor. Para mi desgracia, ese gen no lo heredé por lo que esa indudablemente útil cualidad nunca se ha manifestado con fuerza en mi carácter, bastante introvertido. Romper el hielo jamás me ha resultado fácil. Enseguida me sentía incómoda al verme rodeada de gente, me retraía y transmitía esa sensación a los demás. Procuraba desaparecer en cuanto veía ocasión de hacerlo y me preocupaba bastante poco, por no decir nada, el tema de la popularidad. Una vez tenía conformado mi pequeño círculo de amigos, no necesitaba ampliarlo con ramificaciones, intersecciones ni uniones con otros grupos. A más extenso el círculo, lógicamente mayor cabida y más posibilidades de encontrar entre sus miembros a alguien con quien se encaje. La diversificación de la muestra va a favor de la estadística de probabilidades.

Sir Frank Dicksee "Romeo y Julieta" 
Mis temas de conversación favoritos tampoco hacían nada por aumentar mi popularidad: libros, libros y más libros. También podía hablar de matemáticas, que era un interés si cabe aún menos compartido que la lectura.  Al tratar ese tipo de cuestiones me encontraba mucho más cómoda que con trivialidades en las que no estaba puesta. Hacer gala de ignorancia no era lo mío, ni tampoco disimular con arte mi desconocimiento. Recuerdo que una profesora me comentó en una ocasión que impresionase al chico que me gustaba con mi habilidad para la trigonometría, materia que me encantaba. Era buena maestra en lo suyo, evidentemente de ciencias, pero nula en cuestiones sentimentales de adolescentes. Aquella estrategia fracasó estrepitosamente, salvo en conseguirnos a los dos un sobresaliente en la materia.

No sólo era difícil encontrar a alguien del sexo opuesto que compartiese mis aficiones sino que, los que había, eran aún menos sociables que yo. Hay momentos en los que el anhelo romántico supera el sentido común y una ácida naranja termina emparejada con un amargo pomelo. La combinación resultante no beneficia a ninguno de los dos cítricos. No hay que rendirse, según se descarta al resto de los frutos también se hace hueco para que aparezca, bien escondida al fondo del cajón, la mitad idónea.

lunes, 11 de junio de 2012

El beso de Buenas Noches

Jessie Willcox Smith
El que mi madre viniese a darnos un beso de buenas noches cuando nos acostábamos era imprescindible para que nos durmiésemos. Sin aquel beso, al día le faltaba algo esencial. No era más que un simple besito junto con la frase "que durmáis bien". No venía acompañado de más fiestas. Mi madre no se sentaba en la cama para escuchar nuestros resúmenes de la jornada, ni tampoco nos narraba ningún cuento para hacernos soñar (por el contrario, se cercioraba de que no ocultaba ningún libro bajo las sabanas y pretendiese seguir leyendo en cuanto ella saliese de la habitación).

Si no venía espontáneamente, la reclamábamos: "¡Mamá, nuestro besito!". Entonces aparecía con diligencia por la puerta, se acercaba primero a la cama de hermanísima a darle el suyo, y luego venía a la mía. Aquel breve gesto solía asociar un amago de abrazo en el que yo ponía mis brazos alrededor de su cuello, para así alargar en un segundo aquel instante. Después se alejaba y entornaba la puerta, sin cerrarla por completo para dejarnos nuestra "lucecita". El tamaño justo de la rendija venía dictado por nuestras instrucciones desde la cama. Siempre intentábamos arañar "un poquito más", aunque hay que reconocer que la Señora nos hacía caso omiso y lo dejaba cómo le parecía oportuno.

En la granja el ritual del beso de "Buenas Noches" era muy distinto. Para empezar precisaba su tiempo. Cuando estábamos allí, nuestra madre no subía a la habitación, sino que se quedaba en el salón con el resto de los adultos, generalmente con alguna película de fondo que nunca era apta para públicos infantiles (aunque no le viésemos los rombos). A hermanísima le encantaba remolonear, y cotillear mientras tanto algo de la conversación y del argumento de la película. En una ocasión vio más escenas de Drácula de las aconsejables para su naturaleza medrosa. Como siempre, me tocó pagar el pato de su curiosidad: a partir de esa noche, en vez de disponer de nuestras dos camas separadas, para evitar que la quejicosa chiquilla pasase miedo, nos devolvieron a dormir juntas a la estrecha de matrimonio bien avenido, cosa que no eramos. Para colmo, tuve a la plasta miedica pegada a mí como una lapa el resto de las vacaciones. No era algo excepcional: en Linares le daba miedo subir sola al piso de arriba y siempre la debía acompañar al baño.

Según rugía el león de la Metro en el televisor, comenzaba la ronda de besos. Era fundamental dar las buenas noches a todos los presentes, sin olvidos ni excepciones. Excluir accidentalmente a alguno era motivo de ofensa, y sería seriamente recriminado al día siguiente. Puede parecer algo fácil de cumplir, pero no siempre lo era. La granja era un punto clave de reunión de toda la familia y durante las vacaciones, con mucha frecuencia, el enorme salón se hallaba copado de visitantes, repartidos entre los sillones, la mesa, las sillas cercanas a la puerta y la cocina (en la que algunos trasteaban mientras la tita Mercedes lavaba los platos y se escaldaba las manos. El agua caliente del día se gastaba en eso, porque lo que es para la ducha nunca había más que un par de gotas que ni siquiera bastaban para convertir el finísimo chorrillo helado en un líquido tibio). Incluso había que revisar la despensa, no anduviese alguien perdido en su interior y se fuese a quedar sin su beso. Tampoco era mala idea hacerlo, no fuese a ser que padeciese del corazón y el calambrazo del interruptor le hubiese provocado un síncope.

Tras un número variable de abrazos de buenas noches, que nunca bajaba de ocho y que generalmente oscilaba entre los diez y los treinta, y tras escuchar los respectivos consejos de las titas, hermanísima y yo estábamos dispuestas a enfrentarnos a aquellas aciagas y tenebrosas escaleras que tanto imponían a la asustadiza niña. La clavija de la luz del tramo inferior era casi tan traicionera como la de la despensa mientras que la del tramo superior se encontraba al final del mismo. Para conseguir que la niña subiese, me tocaba correr escaleras arriba, para lo que resultaba útil el salto de la primera electrocución, y a ciegas tantear la pared hasta encontrar la llave. Por supuesto, luego debía bajar de nuevo todos los escalones para apagar la luz de abajo. El piso superior era grande, silencioso y muy oscuro. El baño estaba al lado de las escaleras y el invernal congelador que hacía las veces de nuestro dormitorio, al fondo. Para progresar hasta él, tocaba hacer un nuevo juego de luces: hermanísima esperaba en un lugar iluminado y yo avanzaba despacio entre las sombras, esquivando obstáculos para no dejarme los dientes en el trayecto, mientras encendía unas lámparas y apagaba otras. Una vez llegábamos a nuestra meta, nos desnudábamos pegadas al radiador, colocado en la puerta de comunicación con la habitación de mi hermano y la tita Mercedes con la más que optimista pretensión de calentar ambas estancias (y no lograrlo con ninguna). Los esquijamas acolchados eran imprescindibles. También las bolsas de agua caliente, pero no había suficientes para todos los alojados en esa época de alta ocupación así que debíamos conformarnos con nuestro propio calor, aunque ni siquiera esa idea conseguía reconciliarme con la de dormir con hermanísima.

Christian Birmingham: The Snow Queen
Las sábanas estaban heladas, la escarcha húmeda que las recubría crujía bajo nuestro peso. Cualquier parte del cuerpo se convertía en un témpano si no quedaba bien cubierta, lo que nos obligaba a respirar como a las ballenas: cada 20 minutos asomábamos la nariz para coger aire. Una vez repuestas las reservas de oxígeno,  devolvíamos el órgano con rapidez a la cueva de calor humano de debajo de las mantas dobladas (otra cosa que también andaba algo escasa). Moverse era una idea pésima, cualquier nuevo rincón de la cama seguía tan helado como al principio de la noche, y el hecho de que las mantas estuviesen dobladas significaba que con frecuencia no alcanzasen a cubrir por completo la superficie del colchón. Si algún miembro quedaba expuesto a la intemperie, se corría el riesgo de precisar su amputación por necrosis por congelación al día siguiente. Después de las vacaciones de Navidad, hermanísima y yo acabábamos preparadas para enfrentarnos a la conquista del Everest, al menos en lo que aclimatación se refiere.

martes, 5 de junio de 2012

¡FELIZ CUMPLE MARÍA!

Mi prima María es, de toda mi extensa familia, la que posee más elegancia natural. A eso contribuye el hecho de que sea también una auténtica belleza. No es que el cariño me ciegue. Mi opinión la avalan los títulos de dos concursos a los que se presentó porque el premio le ofrecía la posibilidad de trabajar ocasionalmente de modelo y sacarse un dinerillo con el que mejorar la precaria economía de su etapa de estudiante.

Sin embargo su vida está lejos del glamour de las pasarelas y los diseñadores. En realidad me recuerda mucho a la protagonista de las novelas de "Mrs. Tim" de D. E. Stevenson (la sobrina-nieta de Robert Louis Stevenson). Ambas comparten el hecho de ser esposas de militar y de tener que sobrevivir a los destinos y ausencias que el trabajo de sus maridos les exige. Afortunadamente a mi prima la ha traído a Madrid con lo que, dentro de los límites que esta urbe impone, podemos vernos con cierta regularidad. Muchas veces las visitas se distancian más de lo que nos gustaría a ambas. Por suerte, o por desgracia, sus dos niños cogen catarros ocasionales por los que me tiene que llamar para consultarme. Es una de las ventajas de la medicina: es una excusa muy útil para mantener el contacto. Así que, aunque el motivo sea profesional, una vez resueltas las dudas, aprovechamos la coyuntura para hacer una puesta al día.

Pese a que su profesión nada tiene que ver con la moda y que en el ínterin ha tenido a sus dos preciosísimos críos, no sé si debido al trajín continuo en el que vive, mantiene su estupenda figura de modelo. Hace poco la acompañé a comprarse un vestido para la próxima boda de su "reformado" hermano. Si vestida de calle, con unas simples mallas, botas y camiseta, ya le luce la ropa, al ponerse los trajes de fiesta parecía recién salida de la pasarela. Todos los vestidos le sentaban bien. Cortos, largos, entallados o evasés se le encajaban como hechos a medida y realzaban sus estilizadas curvas. En su caso no se formaban ni bolsas, ni huecos, ni tiranteces ni ninguno de los demás problemas que afectan al resto de los mortales. La cuestión se limitaba a decidirse por uno de esos diseños, en el color más favorecedor para su tono de piel, naturalmente bronceada. Pero lo mejor no es que su persona resulte agradable de contemplar, que para eso ya existen las maniquíes y las muñecas, sino que también lo es el estar en su compañía. Es inevitable: es buena, cariñosa y aún más elegante en su trato que en su porte.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES MARÍA!

sábado, 2 de junio de 2012

Picardía

Zoe Mozert
Mi padre era ese señor serio al que nadie se atrevía a hacerle bromas y mi tía Merche la encargada de echar por tierra ese mito. Siempre se ha tomado todo con un humor envidiable, y el haber tenido a mi progenitor como profesor particular de algo tan aburrido como el latín le dio la suficiente confianza con él (si es que necesitaba alguna), como para tomarle a guasa en sus momentos de exaltación. Recuerdo que yo la miraba con los ojos como platos, llena de admiración por su temeridad. ¿Cómo podía atreverse a replicarle? Después me quedaba muda, expectante, mientras anticipaba el estallido. Sin embargo, mi tía sabía jugar sus cartas, y su pícara intervención, lejos de calentar el ambiente, lo que lograba era relajarlo y la tensión se disolvía como por encanto, y hasta solía transformarse en carcajadas. Con el tiempo descubrí lo que mi tía ya sabía: casi todo ese exceso de respetabilidad no era más que fachada.

Me acuerdo especialmente de las celebraciones familiares en las que le tiraba del brazo a mi progenitor para sacarle a bailar. Él parecía reticente, le gustaba hacerse de rogar. No obstante mi padre siempre ha disfrutado con la música, en cualquiera de sus variedades, y una ver cubierto el expediente de los ruegos, se dejaba arrastrar a la pista sin mayores problemas. Con mi tía se solía crear entonces el problema de "decidir quién de los dos llevaba la voz cantante" y, para mi sorpresa, siempre ganaba ella. No se cortaba en corregirle si lo consideraba necesario y el otro se dejaba guiar sin rechistar. ¿Cómo lo conseguía? A estas alturas me sigue pareciendo un misterio. Agradecería infinito un ápice de esa mano izquierda porque me resultaría verdaderamente útil a la hora de tratar a mis pacientes. Esa capacidad de conseguir que hagan lo que se les dice, como si se estuviese en posesión de la razón absoluta y sin que se les pase por la cabeza la idea de contradecirme, haría mi trabajo mucho más sencillo (y no sólo el trabajo). Supongo que esa virtud requiere un talante y una paciencia de los que por desgracia carezco y que ella posee en abundancia: todo le parece bien, es en extremo complaciente y nunca se impone. Con esas cualidades: ¿quién puede negarse a sus demandas? Afortunadamente, soy lo suficientemente parecida a mi padre como para acceder a sus peticiones con un "sí bwana" lleno de convencimiento, así que me conformaré con dejarme arrastrar por su buena influencia y, a imitación de mi progenitor, haré lo que me diga.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES TITA!

viernes, 1 de junio de 2012

Carta de Titón: Homenaje "Despedida de Solteros"

Esta carta la ha escrito Titón a modo de crónica y sentido agradecimiento al homenaje en su despedida del pasado sábado. Queda aquí, transcrita textualmente:

Norman Rockwell
"El blog de Grumpy se ha convertido en una "Granja" virtual donde con mucha ilusión, celebramos cumpleaños, santos, compartimos recuerdos y damos fe de nuestras innumerables andanzas. Por eso, la autora y dueña de este punto de reunión en la red, me ha concedido el honor de publicar una pequeña carta de agradecimiento para esta gran familia, a la que tengo la suerte de pertenecer. No soy muy buen escritor pero creo que, por aquí, podré transmitiros mi más sincera gratitud por el rato tan inolvidable que nos hicisteis pasar a mi Futura y al que suscribe.

Servidor, se casa contra Pompidú (también conocida como la Jefa). Esta circunstancia supuso y supone una gran alegría para la familia, no solo por la mano de comer que nos vamos a pegar en el banquete (citando a Grumpy: en esta familia nadie muere de inanición) sino porque mi Futura se ha ganado el cariño y simpatía de todos durante estos 10 años de "entrenamiento".

Este pasado sábado los "plimates" conseguisteis algo que pensaba muy difícil; sorprenderme y emocionarme. Ya sabéis que siempre he estado al pie del cañón, junto con el infatigable Choce y nuestra Fundación, para preparar toda clase de números, teatros y canciones. Han sido muchos años disfrutando de la compañía de mis primos y hermanos inventando disparates de todo tipo, por eso pensaba que, a estas
alturas, nada podría dejarme con la boca abierta. Pero, esta familia es grande, y no por la cantidad de miembros, que también, sino por la calidad humana que tienen sus integrantes.

La celebración se realizó en los Orzaes, un salón que nunca falla y que siempre agrada. Tuvimos la suerte de contar con intimidad, una pantalla gigante y un buen equipo de sonido. La magia, la pusieron los asistentes. La velada ya comenzó con sorpresas, pues nada más llegar, la Jefa y yo nos encontramos con unos retratos gigantes de nuestra "fachada" que presidían la mesa. Los cuadros, con las imágenes que salen en la invitación de boda, son una verdadera pasada, todo obra de Choce al que tengo que agradecer de todo corazón la logística y organización del evento. Mi hermano es así, es genial en todos los sentidos. Muchas veces comentamos, con orgullo, lo bueno que es, pero los que hemos tenido la suerte de organizar y compartir proyectos con él, podemos asegurar que lo de "bueno" se le queda corto. También la prima Palometa había realizado unas muñequitas chulísimas para las féminas asistentes al homenaje. Nos quedamos sorprendidos al ver lo conseguida que le había quedado "la Puni", y nos reímos al comprobar que Yoladina parecía un playmobil.

Después de nuestra llegada y el correspondiente besuqueo (eso no puede faltar, al igual que la comida) llegó el momento de la pitanza. Durante el papeo, nuestro querido Gonca hizo gala de su don para el humor, y nos contagió su risa escandalosa (muahajaaaa). Comenzó contando algunas de las andanzas de mi queridísimo Janlik, concretamente sus tórridos baños en ropa interior provocativa. También recordé alguna de las bromas telefónicas que el paciente Janlik ha tenido que aguantar con su característico temple. Durante la comida seguíamos levantándonos para echarnos fotos y renovar besos y abrazos (qué se le va a hacer, "semos" así). El Catedrático aprovechó para hacer un reportaje fotográfico completísimo a mi futura,  haciendo gala de su debilidad por la sonrisa de la Jefa, algo que me llena de satisfacción, por supuesto. Así continuó todo, dentro de los que viene siendo una autentica "plimada" como llamamos comúnmente a este tipo de eventos, aunque nos juntemos varias generaciones, y no todos sean familiares de sangre.

Después del postre vino la sorpresa, un pequeño...que digo pequeño, grandísimo homenaje que brindaron en honor a Pompidu y de quien esto escribe. No sé sí Choce montó el vídeo de esa manera a propósito, pero lo cierto es que no podía haberlo hecho mejor. Todos tomaron posiciones frente a la pantalla y se dispusieron a ver el misterioso homenaje. Comenzó simpático con unos montajes de la Jefa y yo, en situaciones conyugales de todo tipo. Después comenzó la verdadera sorpresa, una sucesión de vídeos que habíais organizado con nocturnidad y alevosía.

Nos emocionaron sobremanera, las palabras de JMD y Li, mis padres. Jamás pensaba que mi padre y mi madre se pondrían tras una cámara para dedicarme unas palabras tan bonitas. Sin duda las guardaré en la memoria como el mejor premio que puede recibir un hijo. Con el vídeo de los Tatos pude soltar el nudo de emoción que me había provocado el número anterior con un par de buenas carcajadas. Los sumos se batieron en combate singular con gran maestría, y sobre todo con la simpatía que caracteriza a mis primos.

A continuación tuvo lugar el baile de la vieja del Visillo, protagonizado por mis queridísimos sobrinos, de los que me siento orgulloso y profundamente enamorado. Los Merluzos, como denominamos coloquialmente al dueto, estuvo genial, al más alto nivel de los mismísimos miembros de la fundación. Más tarde, nos prepararon la coreografía de Macaco, donde se salieron del plano. Por supuesto, sus padres, estuvieron a tope haciendo todas las labores tras las cámaras. Acto seguido, la música continuó de la mano del Tito Fernández y la tita Merche, que habían compuesto unas sevillanas especiales para los contrayentes. El arte se derrochó por los cuatro costados de la escena. Yoladina hacia el acompañamiento y el Blanco hizo un poco de play back, lo que también arrancó las risas de los presentes.

Pasando a un punto más tranquilo, apareció las grandísima Salomé, otro de los miembros destacados de la fundación, y también organizadora logística del homenaje. Apareció caracterizada como Sor Presa, una monja que tuvo que recurrir a las argucias de la Fundación para salvar su convento. Me trajo palabras que llegaron al corazón porque además de decirlas con sentimiento, siempre he sentido una debilidad especial por mi prima que me ha ayudado y escuchado en todos los problemas que he tenido a lo largo de estos años. Sobre todo en los relacionados con mis estudios de magisterio y el concurso de oposición. Sin su ayuda, no hubiera llegado a ser el maestro que soy hoy, siempre estaré en deuda con ella.

Llegó el momento del grandísimo Janlik, tal vez lo de grandísimo sea un poco exagerado sí solo tenemos en cuenta su estatura, pero sí medimos su bondad, el adjetivo se queda muy pequeño. Desde la última vez que nos llevaron al cuartelillo, no había visto a Calzoncillos con tanta soltura delante de una cámara que no fuera la de seguridad del Corte Inglés. Me dedicó unas escuetas pero profundas palabras, tal y como acostumbra, pero además me regaló un par de vídeos que fueron ovacionados merecidamente.

No podía faltar mi padrino, Sr. Oreja de Pollo. Aunque sus sketch fueron totalmente cómicos y me hicieron reír, lo cierto es que luego me llevaron a reflexionar sobre la gran relación que me une con mi primo. Sus vídeos me encantaron, pero lo que más me sorprendió fue que podía recitarlos de memoria mientras los veía. Él sabía que me gustarían y no fallo. Hemos compartido tantos buenos recuerdos y fechorías que nada sería lo mismo sin el Sr. Oreja. Mi prima Kunta fue la gran revelación, me regaló unos consejos para la vida conyugal llenos de la gracia que los caracteriza. También pude ver la intrusión de mi querida Chuelos. Sin duda me ilusionó mucho verlas.

Los sabios consejos de nuestro querido Gandalf y su inseparable Yoladina no tardaron en llegar y fueron acogidos con toda mi admiración. Recordaron anécdotas del pasado para recordarnos, por si se nos había olvidado con tanto estrés, que tenemos que disfrutar este momento. Me quedo también con la última frase del Blanco, algo así como: "Buscad el amor, porque tiene tendencia a traspapelarse"

En el blog, se puede ver la gran reunión que tuvo lugar para conmemorar el 97 aniversario de la tita Inés. En ese evento, muchos provecharon la ocasión para mandarnos mensajes de cariño y apoyo para la nueva pareja. Pal lo hizo con simpatía. Las Periquitas (prole de Hermanísima) nos hicieron reir cuando Ciclón se disfrazó de "tío de la vara". La anfitriona de esta entrada, Grumpy, nos mando buenos deseos junto con su inseparable House. También tuve la oportunidad de hablar con ellos durante la celebración del homenaje, y aunque eso me hizo perder el ritmo con las gambas, se da por bien empleado, pues siempre merece la pena conversar con ellos. Mi General también me dedicó un ¡qué pasa "brother"! Y nada más cierto, pues como él me dijo, y yo le emulo por aquí; siempre me tendrás como hermano.

El Choce también me dedicó buenos deseos y palabras de felicidad. Se plantó frente a la cámara como el que se planta para hacer un vídeo para un casting. Haciendo gala de su oratoria y entonación adquirida en sus andanzas como actor amateur, me mando todo su cariño, que no es poco a la vista de todas las complicaciones que se ha tomado para regalarnos un homenaje hecho por todos. Mi futura, vecina en este caso, también venció su vergüenza y nos hizo un escueto pero cariñoso saludo que le garantizan tener sal o un "puñao" de fideos cuando le haga falta. Ya casi terminando, y según Choce, ajustándose al plazo de envío de material para el homenaje, llegaron los Jorges (los 3) desde tierras brasileñas. Nos hicieron un montaje con fotos genial, que nos hizo sentirlos muy cerca estando tan lejos, que grandes. Cuando vea a mi sobrino/a le podré decir que estuvo en mi despedida de soltero, estando en Brasil y en el vientre de su madre ¡¡¡ qué tecnologías!!

Me dejo lo mejor para el final, pero es que no puede ser de otra manera. Mi hermana Pasti y el amado Posti (o Barsito), hicieron otra dedicatoria emotiva (por parte de mi hermana) e irónica y llena de sarcasmo ( made in Posti). Por supuesto siempre contaré con mi hermana, tal y como ella me dice en el vídeo, y seguiré algún consejo de Posti, aunque no todos porque sino no llego al altar. Para los que seguís, los correos de primadas, habréis visto que siempre mando con cariño y afecto un beso/abrazo para mi hermano Posti, aunque siempre cosecho rechazos y algún que otro "maricón". Pero ese día, aquella noche, no tuve que robarle un tiento, él fue el que se me ofreció y yo ( y Paqui) nos aprovechamos, pues no siempre se  encuentra tan cariñoso, pero ya me echará de menos.

Comencé a escribir, y la verdad que me doy cuenta del gran tocho que os estoy pegando, pero os merecéis, como mínimo, que invierta las palabras y el tiempo necesario para hacer una crónica decente de uno de los mejores días de mi vida. Estoy seguro de que se me quedan muchos detalles en el tintero, podría hablar otro par de párrafos de lo bien que lo pasamos en la casa de la Geme M, de la tarta estupenda de Yoladina, de las galletas temáticas que me regalo mi "hermanita" Patos, de los bailes que se pegó el merluzo...pero estoy seguro que a mas de uno le escuecen los ojos de tanto leer.

Concluyo diciendo que tanto Paqui como yo, estamos profundamente agradecidos por todas las atenciones mostradas el pasado 26 de Mayo. Gracias a todos los que hicisteis posible el evento, a todos a los que os esforzasteis en venir o regalarnos vuestra presencia en el vídeo. Os echamos de menos a los que no pudisteis estar presentes, es inevitable y entrañable.

Espero que algún día pongan una foto de todos nosotros al lado de la definición de "familia" en el diccionario y que en una de sus acepciones diga: "Familia: fabrica de recuerdos buenos e inolvidables"

Con toda nuestra gratitud y cariño: Pompidú y Titón."