
De entrada nos mandaron a jugar a la "era" y el juego elegido solía consistir en el escondite. Ni que decir tiene que esconderse en la granja de noche no revestía ni media complicación. La luz del exterior se limitaba a la lámpara del porche. El resto de la iluminación provenía principalmente de la luna, si había, y de las estrellas, cuando se veían. Además también se filtraba algún rayo entre las ranuras de los postigos de la casa y llegaba el destello de los faros de los coches que pasaban por la carretera más próxima, que estaba a unos buenos 200 metros. En esas condiciones de visibilidad nos poníamos a jugar. El papel del que "se la llevaba" solía recaer en uno de los pequeños, ya que a ninguno de los mayores nos atraía en absoluto esa tarea. Cuando empezaba a contar, todos los primos aprendíamos a contar hasta cien a edades muy tempranas, el resto desaparecíamos entre las tinieblas. Al terminar la cuenta, el pobre pringado, si era un poco espabilado, se dedicaba a esperar bajo la luz del porche a que el resto nos aburriésemos, o nos congelásemos, para tratar de pillarle desprevenido y "salvarnos". Una vez que el más iluso de los escondidos hacía la tentativa, y por supuesto fracasaba en el intento, los demás, ateridos, íbamos detrás, porque total ya sabíamos que no nos tocaba "ligarla" en el siguiente turno. El problema radicaba en que era aburrido esperar y, con frecuencia, procurábamos escondernos y refugiarnos del frío al mismo tiempo. Para ello nos guarecíamos en algún rincón en el interior de la casa. Esta ubicación presentaba la ventaja añadida de salida directa al porche, con sólo un descansillo por medio, lo que se traducía en una mejor posición para salvarse. Lógicamente, esa no era la idea de los mayores al mandarnos fuera a jugar.

La tradición sigue en pie y, hermanísima, sabiamente, ha pasado el testigo a las sobrinas que se encargarán este año de amenizarnos la velada. A petición de las actrices principales, habrá una crónica del evento en el blog. Se ha mantenido el secreto así que no puedo adelantar nada. Supongo que admitirán solicitudes para repetirla en Linares aunque, lógicamente, el público deberá aflojarse el bolsillo para que accedan.
Recuerdo que algunas veces nos escondíamos dos o tres juntos para no aburrirnos, hablábamos en susurros para mantener nuestro escondite y estábamos pendientes por si 'el que se la quedaba rompía la hoya', jajaja. Que tiempos más buenos.
ResponderEliminarTe recuerdo a ti recitando una poesía, a mi hermana Jose con la canción del tren y yo con la poesía de el Hada Azul (cierto día el hada azul, quiso a la tierra bajar...).
Lo cierto es que estos últimos años 'la fundación' se lo ha currado mucho más; tenían alta tecnología a su disposición y una imaginación desmesurara en choce, titón y compañía. Mi hija fue una de las participantes en esas funciones tan bien hechas y comentadas, siendo desde una monja (sor-presa), hasta una adivina con peluca rosa...Y por supuesto, una de las encargadas de recoger la nada despreciable recaudación que conseguían en estas funciones.
Feliz navidad, prima.
Esos sí son buenos recuerdos y no que te toque la lotería...jejeje. Me ha dado mucha envidia pensar en una nochebuena en la granja, yo no las llegué a vivir, y si lo hice, no tenía edad suficiente para acordarme.
ResponderEliminarPor otro lado, y para dar más rigor histórico a la entrada debo corregir un par de erratas:
El nombre completo de "La Fundación" es "Fundación Nuestro Bolsillo".
Por otro lado, queridísima Sole, nuestra Hada Esther jamás se llamó Sor-presa, pues su papel en aquella obra fue el de Sor-tija, mucho más acorde con sus labores en diseño de bisutería.
Feliz Navidad a todos.
La verdad es que para la Navidad, lo que hacíamos fundamentalmente era utilizar zambombas y panderetas. Ponernos todos en fila y cantar todos los villancicos que la paciencia de los mayores era capaz de soportar. Por si no os acordais, a Pal y a mi nos ponían a tocar el piano. Recuerdo que en ocasiones me dejaba los dedos intentando tocar una de las obras que estaba estudiando ese curso y al finalizar siempre había alguien que me decía que si no sabía tocar unas sevillanas o un fandango. Madre mía!!!
ResponderEliminarPero que buenos recuerdos.......!!!
Feliz Navidad a todos!!!!
Y gracias, prima, por hacernos recordar tantas cosas buenas.
Si que me dí cuenta de que esther era sor-tija (hemos brindado mucho por mi sor-tija), pero cuando me di cuenta ya estaba publicado y no pude cambiar la entrada...
ResponderEliminarTengo muy buenos recuerdos de las navidades en la granja, la pena es no tener vídeos para recordarlas como ocurre con las últimas actuaciones de la fundación (las que aconsejo ver si tenéis la oportunidad). Besos a todos