"Kitty's Breakfast" Emily Farmer |
La primera vez que tomé el arroz con su costra quemada de azúcar tostado fue en "Cirilo", cuando Juan Pablo Jiménez aún ejercía allí de chef. Si el arroz de mi abuela era bueno, aquel era aún mejor. Nunca lo he tomado igual, ni tan siquiera en Asturias, de donde se supone que es oriundo. Claro que la mano de Pablo no es un don al alcance de cualquier cocinero.
El arroz con leche tradicional, que trascribo según la receta asturiana original, no es el que hago, ni tampoco creo que me anime a hacer nunca. De sólo pensar en el dolor de muñeca con el que se puede terminar después de dos horas sobre el fuego removiendo sin parar la mezcla me entran síntomas del Síndrome del tunel del carpo, y eso no es recomendable a la hora de las cirugías. Mi elaboración es infinítamente más cómoda y sencilla. El motivo es que, afortunadamente, poseo una maravillosa olla lenta, de barro, traída por hermanísima de Inglaterra cuando aquí no se conseguían fácilmente, en la que sólo hay que poner los ingredientes (según se especifican en la receta) con la leche templada, darle al "on" en el mínimo y dejar durante toda una mañana, una tarde o una noche, para despertarse al día siguiente con una maravillosa crema de arroz a la que sólo le falta el frío. Un chorreón final de lemoncello es un pequeño truco que me enseñaron y que le da un toque especial (al igual que el amaretto hace lo propio con la creme brulée). El resultado no tiene nada que envidiarle a la preparación tradicional, salvo en la ausencia del dolor de articulaciones, del que puedo prescindir sin pena alguna. Una capa de azúcar moreno rociado de anís y quemado con el hermoso soplete que mi madre me regaló para la Bica le proporciona la crujiente costra final (si es que se prefiere con ella).
ARROZ CON LECHE TRADICIONAL (para los puristas y los que se atrevan)
- 1 litro y medio de leche entera.
- 1 palo de canela.
- La ralladura entera de medio limón (o naranja si se prefiere), con cuidado de que no tenga la parte blanca para que no amargue.
- 200 gr de azúcar.
- 100 gr de arroz de grano corto.
El arroz de grano corto es el indicado para la crema de arroz por la rápida absorción del líquido y la calidad de su grano, de este modo se obtiene un resultado muy meloso.
Para un resultado óptimo, la elaboración de este arroz se lleva dos horas de promedio.
Para su elaboración a mano según la receta tradicional:
Calentar a fuego bajo una pequeña cantidad de agua, no más de medio vaso, y verter sobre ella el arroz. No más de lo que en Asturias se conoce como "un pocillo" de arroz, es decir, una cuarta parte del vaso de agua. Remover sin parar con una cuchara de madera hasta que se convierta en una semi-pasta blanca y el arroz haya soltado su almidón.
En ese momento se le agrega la corteza de limón y la rama de canela, y se sigue removiendo.
Cuando esté en el punto óptimo, una crema blanca de arroz que ha comenzado a ablandar y el agua se haya evaporado, verter poco a poco la leche templada, que habremos calentado previamente. No parar de remover hasta la total adición de cada chorro de leche, sin añadir más hasta que el anterior se haya convertido en crema junto con el arroz, sin dejar nunca que se pegue.
Cuando se haya utilizado toda la leche, retirar la piel de limón y la canela, añadir el azúcar y remover a fuego bajo hasta su disolución.
Verter en los cuencos donde se servirá y espolvorear con canela o requemar con soplete.
El hecho de cocer el arroz en la leche y ponerlo a espesar directamente al fuego es una innovación posterior que no se contempla en la receta original.
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