lunes, 9 de julio de 2012

Peligrosas pelirrojas

Las mujeres pelirrojas tienen fama de tener un carácter tan encendido como su pelo. Supongo que eso es generalizar demasiado, aunque en el caso de mi prima Ro la regla se cumple a rajatabla. Siempre ha tenido facilidad para buscar, encontrar y meterse en líos. Al ir a iniciar la adolescencia, la recién estrenada mujer decidió que los niños de su edad eran demasiado críos para ella y que, por lo tanto, era con sus primas y hermanas mayores con las que le correspondía salir. Por supuesto nadie se atrevió a contradecir a la chiquilla sino que, a la hora de subir a Linares, era una más con la que contar. A sus 11 años le gustaban grupos como The Cure e incluso procuraba peinarse como ellos. Supongo que si no hubiese sido por ella yo jamás habría conocido su música, aunque también opino que no me habría perdido nada.

Durante una temporada canalizó su fogosidad en la única cofradía femenina de costaleras de Semana Santa. Tras aquellos esfuerzos llegaba tan machacada que apenas le quedaban ganas de tramar alguna de las suyas. Claro que se reponía mucho antes de lo que les hubiese gustado a sus padres y, esa misma tarde, ya estaba con sus reivindicaciones para tratar de que nos alargasen la hora de recogida al menos hasta después de la puesta de sol. Alguna vez, gracias a su insistencia, lo consiguió. Por supuesto eso no fue más que un aliciente para intensificar sus demandas.

Nunca ha tenido pelos en la lengua. En una ocasión, mientras hablaba con un muchacho, de buenas a primeras, le soltó: "¡Mírame a los ojos en lugar de al escote!" El chaval desapareció de allí tan rápido como se lo permitió la vergüenza. Supongo que ninguno de los dos había leído el artículo científico que defiende que para el sexo masculino fijarse en el pecho de las mujeres es tan instintivo e inevitable como para el femenino asomarse a contemplar un bebé en su carrito.

Con el matrimonio, y especialmente tras la maternidad, ganó templanza. No sé si el motivo es porque sus hijas consiguen agotarla de tal manera que terminan hasta con sus ganas de juerga.

¡Feliz cumpleaños Ro!

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